Introducción.
Abraham pertenecía a una familia nómada originaria de Mesopotamia, que según las tradiciones hebreas eran pastores de cabras y ovejas, con posesión de asnos, mulas y camellos.
Pudo ser una invasión de pueblos guerreros o una crisis económica la que motivo al padre de Abraham (Tarej o Tare) a partir hacia la tierra de Canaán y es en ese tránsito donde Abraham recibe el pacto de Dios, en cuya obediencia se da inicio a una relación comprometida de los hombres con Dios, la conformación de una nación y la extensión de la salvación a través de la simiente que es el Señor Jesucristo a los gentiles.
Breve biografía.
Abram nació en la ciudad de Ur de los caldeos, y sus hermanos fueron Nacor y Harán, es descendiente de Sem hijo de Noé y se casó con Saraí. Su nombre significa padre exaltado.
Siguiendo el llamado de Dios a los 75 años deja a sus parientes para partir hacia la tierra que Dios le mostraría en compañía de su esposa y de su sobrino Lot, pasando por las ciudades de Siquem y Betel, ya en dicha tierra. Por condiciones extremas de hambruna decide partir hacia Egipto, de donde regresa una vez más a Canaán para ubicarse en Manre, con la salvedad que regresa enriquecido económicamente. Una vez allí se separa de su sobrino Lot, quien parte para la llanura fértil del Jordán, donde es secuestrado por el rey Elamita y liberado por su tío Abraham, lo que ocasiona un encuentro con Melquisedec sacerdote que bendice a Abraham.
En total Abraham tuvo ocho hijos, Ismael su hijo mayor de su esclava Agar, Isaac el hijo prometido por Dios a través de Sara y los seis hijos que tuvo con Cetura después de la muerte de Sara.
Su fe en Dios lo convierte en monoteísta, en contraposición con el politeísmo de sus antepasados y su obediencia a Dios es la mayor muestra de esa fe, que lo hace no solamente salir de su tierra hacia la tierra prometida sino que una vez allí se dispuso a ofrecer a su hijo prometido a Dios creyendo que Dios podría Incluso levantarlo de los muertos.
El pacto Abrahámico.
El pacto de Dios con Abraham es la garantía que Dios cumple sus compromisos con los hombres una vez los establece, este se da por voluntad de Dios y además revela situaciones que tienen que ver con el futuro de la humanidad.
Dios se revela a Abraham y esa manifestación es clave en ese momento de la historia. Dios da un mandato a Abraham en Génesis 12 le dice “sal de tu tierra y de tu párentela” y aunque la Biblia no documenta que Dios se identifique ante Abraham, este no duda que es Dios quien le está ordenando y cree firmemente en este llamado, el cual siguen su hijo Isaac y su nieto Jacob. Sin duda es Dios mismo quien los guía a los tres.
Promesas
En la revelación de Dios a Abraham y el consecuente concepto personal que de Dios tenía el patriarca, este recibe el plan en tres promesas: Primero, su nombre sería engrandecido; segundo, una gran nación saldría de él; y tercero, por medio de él serían bendecidas las naciones de la tierra a través de su simiente que es Cristo.
Promesas que tenían que ver con su persona misma: A ti y a tu simiente te daré una tierra; a quien bendigas será bendecido y a quien maldigas será maldecido; serás padre de muchas naciones y por último el pacto será perpetuo, es decir, para siempre a través de su simiente.
Carácter del pacto
En cuanto al carácter del pacto Abrahámico podemos decir que es un pacto literal de bendiciones que se materializaron en la tierra, en las riquezas, en los ganados y posesiones que Abraham tuvo. Pero también es un pacto de bendiciones espirituales tales como una vida apartada para Dios, una vida en comunión con Dios, una vida de oración, que fue sostenida por la mano de Dios y con la paz y la confianza que provienen de la obediencia a Dios.
En otro contexto, las bendiciones tanto como las maldiciones se han dado en el trato que ha recibido la nación judía (descendientes de Abraham), pues la historia confirma que las naciones que han perseguido a Israel han sido afectadas por este hecho así como las que los han defendido han sido favorecidas. Bíblicamente vemos el caso de los reyes que se enfrentaron a Abraham como fueron derrotados y como quienes lo favorecieron como Melquisedec y Abimelec fueron bendecidos.
Frente a los otros pactos
Este pacto entra en la condición de incondicional al igual que el adámico y el realizado con Noé. Y difiere del mosaico pues este requería de la obediencia plena de Israel para su realización.
En cuanto a su cumplimiento profético este se dará cuando la nación judía entre en lo que se conoce como el reinado milenial, pues la promesa de Dios es la de dar a la descendencia de Abraham la posesión perpetua de la tierra de Canaán.
Herencia.
El heredero de Abraham es fundamental en la promesa recibida por Dios, ya que a través de este se recibiría dicha promesa de herencia, patrimonio y bendición, lo que significa que sin heredero morirían las promesas de Dios.
En el trato de Dios con Abraham fue llevado a entender que todo esto dependía de Dios y que Abrahám debía aprender a confiar en Él. Llevándolo a recibir por la fe esas promesas y transmitirlas a sus descendientes con lo cual se convierte en profeta de Dios. Esa fe del patriarca fue la que llevó a Dios a declararlo justo.
Abraham acepto las promesas y creyó en ellas al escuchar a Dios y los planes que tenía para él. De la misma forma los creyentes debemos actuar por fe ante la palabra de Dios, pues, como Abraham, a pesar de los inconvenientes que tuvo que vivir así como su descendencia en Egipto, lo cual le fue revelado por Dios, recibiremos las promesas como consecuencia de una andar de fe.
Conclusión
La herencia prometida a Abraham ha llegado hasta nosotros también que no somos judíos, por la fe en Jesucristo como descendiente de Abraham, quien nos hace descendientes espirituales del patriarca.
Por Hernan Estrada, estudiante de Pregrado de Latinoamérica.