Notas del libro: El Ministerio Profético, de Rick Joyner.
Parte 1.
¿Qué es ser profeta?
La gente suele tener una idea bastante peculiar sobre lo que es un profeta. En términos generales, el profeta sería para la mayoría aquel que anuncia el futuro. Hay parte de verdad en esa apreciación, pero no constituye la realidad del profeta.
El profeta es un hombre (o mujer) de Dios. No es alguien que se gradúa como el doctor en teología o que estudia como el rabino o que reflexiona sobre el mundo que lo rodea como el sabio o que es ungido para una función cultica como el sacerdote. De todo aquello había en el Antiguo Israel, pero se trataba de figuras diferentes del profeta. Este era llamado por Dios para su misión y, no pocas veces, lejos de vivir ese llamamiento como algo grato, descubre no pocas veces que es una misión dura. Jonás intentó huir de la misión que le encomendaba Dios e Isaías no se vio capaz para desempeñar esa función a pesar de que es el más importante de entre los profetas escritos.
Jon 1:1 Vino palabra de Jehová a Jonás hijo de Amitai, diciendo: V.2. Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y pregona contra ella; porque ha subido su maldad delante de mí.
El profeta sólo rinde culto a Dios. Monoteísta estricto, el profeta rechaza de plano el culto a las imágenes del que se burla en textos rebosantes de sarcasmo. Sólo existe un Dios y sólo se puede rendir culto a ese Dios único.
El profeta ve el mundo como Dios lo ve. A diferencia de los seres humanos que, por regla general, contemplan la sociedad en la que viven con los ojos de la carne. El profeta ve el mundo en el que está inmerso como Dios lo ve. La gente puede pensar que se encuentra cerca de la paz, pero el profeta sabe que la situación es sólo la antesala del desastre.
Je 6:14 Y curan la herida de mi pueblo con liviandad, diciendo: Paz, paz; y no hay paz.
El ser humano se fía de las instituciones religiosas en la convicción de que Dios las utilizará para proteger a la gente, pero el profeta anuncia que cuando se desobedece la Palabra de Dios incurriendo, por ejemplo, en la idolatría ni siquiera el templo de Jerusalén podrá proteger a nadie porque, realmente, Dios ha abandonado esos recintos.
El profeta ve lo que va a suceder. El profeta no es un adivino ni un vidente. El profeta simplemente, al ver el mundo como lo ve Dios, se percata de lo que va a suceder. Los sacerdotes pueden insistir en dar seguridad a la gente y los políticos, en insistir en la sabiduría de sus actos, pero el profeta sabe que se trata de falsas seguridades
Jeremías 8:11 Y curaron la herida de la hija de mi pueblo con liviandad, diciendo: Paz, paz; y no hay paz.
Ezequiel 13:10 Sí, por cuanto engañaron a mi pueblo, diciendo: Paz, no habiendo paz; y uno edificaba la pared, y he aquí que los otros la recubrían con lodo suelto,
El profeta será perseguido. Puede entenderse que cuando el profeta se opone a los poderosos y les advierte no sólo de que su pompa es oropel sino además de que el juicio de Dios acabará siendo irreversible no gana nunca popularidad. Por el contrario, en no pocas ocasiones se convierte en un objetivo de los que aborrecen su testimonio y se insiste en que abandone su tierra para que así no pueda difundir su mensaje
Amós 7:10 Entonces el sacerdote Amasías de Bet-el envió a decir a Jeroboam rey de Israel: Amós se ha levantado contra ti en medio de la casa de Israel; la tierra no puede sufrir todas sus palabras.
V.11. Porque así ha dicho Amós: Jeroboam morirá a espada, e Israel será llevado de su tierra en cautiverio.
V.12. Y Amasías dijo a Amós: Vidente, vete, huye a tierra de Judá, y come allá tu pan, y profetiza allá;
V.13. y no profetices más en Bet-el, porque es santuario del rey, y capital del reino.
V.14. Entonces respondió Amós, y dijo a Amasías: No soy profeta, ni soy hijo de profeta, sino que soy boyero, y recojo higos silvestres.
V.15. Y Jehová me tomó de detrás del ganado, y me dijo: Ve y profetiza a mi pueblo Israel.
V.16. Ahora, pues, oye palabra de Jehová. Tú dices: No profetices contra Israel, ni hables contra la casa de Isaac.
V.17. Por tanto, así ha dicho Jehová: Tu mujer será ramera en medio de la ciudad, y tus hijos y tus hijas caerán a espada, y tu tierra será repartida por suertes; y tú morirás en tierra inmunda, e Israel será llevado cautivo lejos de su tierra.
El profeta es íntegro. Aunque las dificultades no serán escasas en la vida del profeta, aunque las autoridades políticas y religiosas lo aborrecerán, nunca dejará de ser fiel a su misión. Ésta no viene de él. Es, por el contrario, la comunicación de lo que Dios le comunica.
Je 38:6 Entonces tomaron ellos a Jeremías y lo hicieron echar en la cisterna de Malquías hijo de Hamelec, que estaba en el patio de la cárcel; y metieron a Jeremías con sogas. Y en la cisterna no había agua, sino cieno, y se hundió Jeremías en el cieno.
El profeta es creativo. A pesar de sus puntos en común, los distintos profetas se expresan con un talento creativo bien distinto. Junto a maestros de oratoria como Amós, existieron poetas como Isaías o Miqueas, fustigadores de clero y corte como Jeremías o visionarios como Ezequiel. Todos ellos sobrecogen por su originalidad y su fidelidad a pesar de tener el mundo no pocas veces en contra. Los profetas fueron seres extraordinarios, pero también molestos, agudos, incisivos, sin pelos en la lengua y, sobre todo, fieles a Dios por encima de cualquier consideración.
¿Qué es la Profecía?
Profecía es un concepto que procede del latín prophetīa, aunque su origen más remoto se encuentra en la lengua griega. Se trata del don sobrenatural que permite conocer cosas distantes o futuras por inspiración de Dios. El término también se utiliza para nombrar a las predicciones hechas en virtud de este don. Por ejemplo: “La profecía indica que un nuevo mesías llegará en el futuro”, “Muchos estudiosos sostienen que el atentado terrorista fue anticipado en algunas profecías”, “Gracias por el aviso, pero no creo en las profecías”.
La profecía, por lo tanto, es una clarividencia sobre el futuro. Se diferencia de las predicciones en que éstas siguen un proceso lógico, mientras que las profecías no están vinculadas a un razonamiento sino a una inspiración divina. En el lenguaje cotidiano, de todas formas, se habla de profecía como la conjetura formada por señales o indicios que se observan: “La profecía de la diputada sobre la violencia social se cumplió con exactitud”, “Ante esta realidad, mi profecía es que los peces no tardarán en desaparecer de este río”.
¿Quién debe profetizar?
La persona que da la profecía recibe sólo una parte de la revelación de Dios. El versículo que acabamos de ver nos habla de la profecía en general, no nos está hablando del don de profecía, el don de profecía no incluye revelación, fijémonos como Pablo nos habla una vez más en el versículo dos de la profecía general y nos muestra que la profecía general normalmente incluye revelación. Debemos recordar que podemos aprender a profetizar de una forma general.
1 Co 14:31 Porque podéis profetizar todos uno por uno, para que todos aprendan, y todos sean exhortados.
Ap 19:10 Yo me postré a sus pies para adorarle. Y él me dijo: Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que retienen el testimonio de Jesús. Adora a Dios; porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía.
¿Cómo es que funcionan los dones y los ministerios en la iglesia local?
El don espiritual de profecía aparece entre los dones del Espíritu. La palabra griega traducida para «profetizar» o «profecía» en ambos pasajes correctamente significa «anunciar o declarar» la voluntad divina, a fin de interpretar los propósitos de Dios, o dar a conocer de alguna manera la verdad de Dios, la cual está diseñada para influenciar a las personas. Muchas personas malinterpretan el don de la profecía pensando que es la habilidad para predecir el futuro. Si bien, el saber algo acerca del futuro puede a veces ser un aspecto del don de la profecía, éste era ante todo un don de proclamación («anunciar»), no de la predicción («predecir»).
1 Co 12:9 a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu.
V.10 A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas.
V.11. Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere.
Ro 12:6 De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe;
Un pastor o predicador que declara la Biblia, puede ser considerado un «profeta» en cuanto a que está anunciando el consejo de Dios. Con la terminación del canon del Nuevo Testamento, el concepto de profecía cambió de declarar nueva revelación a declarar la revelación completa que Dios ya ha dado. Habla de «la fe que ha sido una vez dada a los santos» (énfasis añadido). En otras palabras, la fe a la que nos aferramos ya ha sido resuelta para siempre, y no necesita la adición o el perfeccionamiento que viene de revelaciones extra-bíblicas.
Además observe la transición de profeta a maestro en «Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros» (énfasis añadido). Pedro indica que en la época del Antiguo Testamento había profetas, mientras que la Iglesia va a tener maestros. El don espiritual de la profecía, en el sentido de recibir nuevas revelaciones de Dios para proclamarlas a otros, cesó con la finalización de la Biblia. Durante el tiempo en que la profecía fue un don de revelación, se usó para la edificación, exhortación, y el consuelo de los hombres. El don moderno de la profecía, que es realmente más afín a la enseñanza, todavía declara la verdad de Dios. Lo que ha cambiado es que hoy en día la verdad de Dios ya ha sido plenamente revelada en su Palabra, mientras que en la iglesia primitiva, todavía no había sido revelada completamente.
Los cristianos deben ser muy cautelosos con aquellos que afirman tener un «nuevo» mensaje de parte de Dios. Una cosa es decir, «anoche tuve un sueño interesante «, y otra cosa muy diferente es decir «anoche Dios me dio un sueño y debes obedecerlo». Ninguna declaración del hombre debe ser considerada igual o superior a la Palabra escrita de Dios. Debemos aferrarnos a la Palabra que Dios ya ha dado y comprometernos a sola escritura – solo a la Escrituras.
Los cinco ministerios son modelo de Dios para estos tiempos y deben ser restablecidos en todas las iglesias. Una Iglesia Ministerial no está limitada sino solo a cumplir lo establecido por el Señor, rompiendo con las limitaciones estructurales que ahogan y secan a las iglesias. Una iglesia que vive los cinco ministerios está en constante renovación que es el modelo original de Cristo. Los cinco ministerios debes ser usados en toda su plenitud, las deficiencias de las iglesias de hoy se debe a que principalmente están funcionando 1 o 2 ministerios, lo que hace es quitarle al creyente su potencial de crecimiento espiritual y de madurez en la fe.
Jesucristo cuando se fue, entregó a la Iglesia cinco ministerios a través del Espíritu Santo, porque ella haría mayores obras que los que él Hizo (Juan 14:12) por lo tanto , así como Jesús evangelizó, Pastoreó, profetizó y enseño al pueblo de Israel, así mismo Dios levanta hombres y mujeres para que realicen esta misma tarea en nuestro tiempo. La Misión de los ministerios son derribar, arrancar, destruir y derrocar toda obra de tiniebla en nuestras vidas, para luego edificar y construir sobre Jesucristo la verdadera piedra angular.
¿A quién se debe Profetizar?
Dios ha hablado a su pueblo por medio de los distintos profetas – hasta llegar a Juan el Bautista, el último profeta antes de la aparición del Hijo de Dios, Jesucristo. Los dos pasajes que vamos a mencionar a continuación, son representativos de muchos profetas y discursos de Dios: Oseas 12:10 dice: “Y he hablado a los profetas, y aumenté la profecía, y por medio de los profetas usé parábolas”. Y en Esdras 9:10 y 11 leemos: “Pero ahora, ¿qué diremos, oh Dios nuestro, después de esto? Porque nosotros hemos dejado tus mandamientos, que prescribiste por medio de tus siervos los profetas, diciendo:…”Es claro que Dios hablaba por los profetas. También Moisés y David son vistos como profetas. Así lo dice Deuteronomio 34:10:“Y nunca más se levantó profeta en Israel como Moisés…”Y en Hechos 2:30, se dice del Rey David: “Pero siendo profeta…”.
Escrito por Juan Delgado, estudiante de Pregrado en Latinoamérica, Universidad Cristiana Logos.