Evidencias a favor del Jesús Histórico- Resumen

Evidencias a favor del Jesús Histórico- Resumen

RESUMEN DEL LIBRO EVIDENCIAS A FAVOR DEL JESÚS HISTORICO

Por Doris Moreno, estudiante de la Universidad Cristiana Logos

Jesús había nacido como judío, en medio del pueblo de Israel y, mediante el mandamiento de la circuncisión, había pasado formalmente a constituir parte de él. Su trayectoria vital se hallaría estrechamente vinculada a las instituciones religiosas de Israel y a la articulación de una respuesta espiritual frente al mundo en que se desenvolvió su vida.

La etapa de infancia, adolescencia y juventud de Jesús surgió durante el gobierno de Ambibulo, Rufo y Grato, donde experimento toda clase de amenazas, idolatría y golpizas. Ante el contexto de reducido peso político de los descendientes de Herodes el Grande apareció Juan el Bautista.

El mensaje de Juan el bautista enlazaba con una tradición propia de la historia religiosa de Israel, su mensaje era “Arrepentíos porque el reino de los cielos se ha acercado”. Desde la perspectiva de Juan, lo que establecía la diferencia entre salvos y los réprobos o condenados, no era el hecho de pertenecer o no al pueblo de Israel, sino de devolverse hacia Dios con el anhelo de cambiar de vida por medio del bautismo.

Dios iba a manifestarse de manera clara, resultaba totalmente lógico que la gente se preparara y tras el bautismo cambiara de forma de vivir. Su enseñanza pretendía evitar los abusos de poder, la corrupción y la mentira.

Tras la experiencia del bautismo, Jesús se retiró al desierto para alinearse con la experiencia histórica del pueblo de Israel y con la intención de ser tentado tres veces por el diablo. Era una forma de ejecutar su vocación mesiánica.

Jesús fue medularmente judío en su acercamiento a la Torah y su formulación a la halajah, y lo fue mucho más en el empleo de un género didáctico judío conocido como el mashal (parábola). La enseñanza de Jesús, expresada en las parábolas, difícilmente podían ser más claras.

Tal y como Jesús se expresaba, todos los hombres eran pecadores enfermos, por usar palabras y necesitaban redención y obediencia a la Palabra.

En su enseñanza del Sermón del monte Jesús se dirigía a multitudes y en ocasiones en diferentes sinagogas y lugares de Galilea y, de manera lógica extensa y detallada cuando se dirigía a sus discípulos.

Ante la pregunta que Jesús le hace a Pedro ¿Quién dicen los hombres que soy yo? Pedro responde que era el Mesías de Dios y de manera inmediata Jesús lo detiene. La razón de Jesús era que Él no era solo un Mesías, sino que, estaba llamado a sufrir mucho, a ser rechazado por los dirigentes espirituales de Israel y a morir, solo así resucitaría al tercer día.

Jesús entendía a los discípulos comprendía que ellos veían las cosas de manera humana, por tal razón les advirtió el futuro que les esperaba por seguir a Jesús.

Les señaló que era necesario morir en una cruz. La cruz significaba el instrumento de tortura y ejecución más cruel de la época, era el patíbulo donde pendían envueltos en terribles dolores, todos lo condenados hasta exhalar el ultimo aliento. Era eso lo que les esperaba a los seguidores de Jesús.

Marcos narra como Jesús enlazó la manera de definir y explicar su misión a los títulos “Siervo” e “Hijo de Hombre”. De esta manera Jesús aplicaba su visión bien establecida en el judaísmo. La idea de Mesías siervo que cumplía la profecía de Isaías, no fue inventada por los primeros cristianos para dar explicación a la crucifixión de Jesús, sino que era medularmente judía.

La identificación de “Hijo de Hombre” va más allá del judaísmo de la literatura apocalíptica, este titulo servía para designar al Mesías descrito según los cantos isaianos del siervo, posiblemente preexistente y que concluiría la historia atrayendo no solo a los judíos, sino también a los gentiles.

El acontecimiento que sucedido en la casa de Simón el fariseo, resumía se manera sencilla y a la vez profunda, la visión de salvación que tenían los fariseos y la que predicaba Jesús. Para los fariseos había buenos y malos. Los buenos podían obtener la salvación mediante la practica de obras contempladas en la Torah. Por el contrario, los malos eran am-ha-arets, los que quebrantaban la ley de Dios y que solo podían esperar condenación.

Jesús enseñaba que la salvación es un regalo gratuito que solo puede obtenerse a través de la fe en Él. Esta enseñanza era la raíz de una ética basada en el amor.

Jesús insistía en su mensaje fundamental: Todos los seres humanos son pecadores; todos son incapaces de saldar la deuda que tienen con Dios; todos dependen completamente del perdón gratuito y generoso de Dios para obtener la salvación.

Esta enseñanza chocaba de manera critica con la de sus contemporáneos. No significaba una ruptura con las Escrituras ya que coincidía con lo escrito por los profetas, simplemente que no aceptaban su mensaje de salvación.

A pesar del rechazo a su mensaje, es sorprendente que las fuentes confirman que las parábolas de Jesús de aquella época se encuentran entre las más hermosas de su original repertorio. En todas aparece una nota de gozo, alegría y esperanza que arroja luz sobre los incrédulos.

A raíz, que los apóstoles continuaban con prejuicios y se hallaban profundamente arraigados a su manera de ver la vida y de su comportamiento, Jesús volvió a incidir en la misma enseñanza. Les advertía, cuando descendían a Jerusalén que allí el hijo del hombre seria ejecutado. Sin embargo, los discípulos no entendían nada. Jesús podía anunciar una y otra vez su futuro trágico pero sus discípulos no podían arrancar de su mente la visión que afirmaba que triunfaría sobre Roma y repartiría despojos entre sus seguidores.

La resurrección de los muertos era una de las señales que debía acompañar al Mesías. Las fuentes hablan de que Jesús ya había protagonizado episodios como este, pero que en Galilea no produjo grandes reacciones. Hasta entonces Jesús había visto la incredulidad de sus paisanos que no podían aceptar su importancia; otros se desilusionaban porque no entendían la magnitud de la visión del Mesías.

Jesús entró en Jerusalén el domingo y se acercó al templo donde atendió algunos enfermos y escucho quejas sobre las aclamaciones que le hacían sus seguidores, por tal razón regresó a Betania, y al día siguiente fue recibido por multitudes que lo aclamaban como el Mesías. Cuando se encaminaron a Jerusalén Jesús entro al templo y expulsó a los vendedores.

Esta acción ponía el dedo en la llaga de los corruptos, este comportamiento chocaba con las acciones del sumo sacerdote. La actitud de Jesús hacia los Goyim es un aspecto que se ha pasado frecuentemente por alto quizás porque la mayoría de los que históricamente han dicho ser sus seguidores no son judíos desde el siglo I. Lo cierto es que Jesús mantuvo al respecto una posición muy coherente. Precisamente por esta razón Jesús podía dejar de manifiesto que había sido enviado a las ovejas perdidas de Israel.

Jesús nunca se dejó enredar por las palabras de sus discípulos, especialmente de Judas, ya que lo conocía muy bien, pues, lo había elegido tres años atrás; Jesús fue quien lo colocó al frente de la administración, confiándole la bolsa, y ya se había percatado que era el único del grupo que se estaba desviando del camino. Quizás para este tiempo Judas se sentía desengañado por la manera como estaban sucediendo los acontecimientos, y sospechaba que Jesús lo había descubierto y tal vez pensó que debía sacar algún pago por haber estado a su lado durante tres años. El resto de los discípulos se debatía entre las ilusiones y el futuro triunfal, sin embargo, todos continuaban apegados a él y a la esperanza del Mesías.

El procedimiento de Jesús comenzó con la presentación de pruebas en su contra, aunque las primeras declaraciones no encajaban y la situación solo pareció enderezarse cuando dos falsos testigos se presentaron acusando a Jesús de haber anunciado que demolería el templo y lo levantaría en tres días. Sin embargo, las palabras de Jesús estaban desprovistas de cualquier tono conspirativo o violento que pudieran justificar su conexión con la acusación de haber blasfemado, de acuerdo con (Levítico 24:16).

De la manera más inesperada los testigos no presentaban pruebas suficientes como para una condena. Como señalaría el Talmud siglos después, Jesús era un blasfemo que merecía la muerte, su condena había sido totalmente justificada. En esa referencia Talmúdica se atribuye toda responsabilidad de la condena de Jesús a las autoridades judías sin mención alguna del gobernador romano que, a pesar de su convicción sobre la justicia de su decisión, el Sanhedrín no cayó en el error de quebrantar ninguna formalidad legal.

Todos estos acontecimientos mantenían atemorizados al pequeño grupo de discípulos, que de lo único que estaban convencidos era de tres verdades fundamentales,

  1. Que las Escrituras se habían cumplido de manera meticulosa y exacta.
  2. Que el Reino se había acercado como una extraordinaria oportunidad, Jesús había derramado su sangre por todos ellos para dar lugar a un nuevo pacto ya anunciado por los profetas.
  3. Los discípulos captaron que Jesús el Mesías volvería para consumar su reino.

Para ellos, la historia de Israel adquiría un nuevo significado. Dios había cumplido sus promesas registradas en la Torah y en los neviim, y lo había hecho de manera clara, siguiendo la revelación entregada a su pueblo.

El mundo cultural en que nació Jesús fue el fruto de decisiones políticas que nada tenían que ver con el pueblo de Israel y que se adoptaron a una notable distancia geográfica de su tierra natal.

Por causa del fortalecimiento de los Macabeos, se inició una enemistad entre distintos grupos religiosos judíos como el que siguió al Maestro de justicia hasta las orillas del Mar muerto y del que proceden los famosos documentos descubiertos a mediados del año XX.

Estos documentos oficiales empezaron a fecharse a partir de aquel evento, de manera convencional los historiadores denominan Hasmoneos a los demás gobernantes de Israel diferenciándolos de los macabeos y Hasmoneos que eran todos de una misma familia.

En el año 44 a.C. Cesar fue asesinado, pero Idumeo Antípatro supo maniobrar con habilidad la situación. Ofreció sus servicios a Casio, uno de los asesinos de Cesar, quien controlaba el Occidente. En el 43 a.C. Antípatro fue envenenado y se inició el gobierno de Herodes quien intentó satisfacer a sus súbditos judíos comenzando obras de ampliación del templo de Jerusalén y celebrando con gran pompa las festividades judías y, por otro lado, se caracterizó por una capacidad destructora que se reflejo en la fortaleza Antonia de Jerusalén, el palacio fortaleza de Masada o el Herodium. Era un monarca judío que a la vez se preocupaba por los avances de la cultura helenística.

Jesús conoció uno de los edificios mayores de todo el imperio, Quizás el mayor fuera de la Roma imperial. Jesús no llegó a verlo terminado porque los trabajos que proporcionan empleo a las personas solo concluyeron el año 64 d. C. poco más de un lustro antes de ser destruido por los romanos.

Estrechamente vinculadas con el templo estaban las fiestas de Israel que, en su mayoría, estaban señaladas en la Torah.  Eran seis las fiestas que los judíos celebraban:

  1. Fiesta de Purim: celebrada el primero de marzo en conmemoración a la liberación de los judíos de manos de Hamán.
  2. Fiesta de la Pascua: Celebrada el 14 de Nisán (inicios de abril), en memoria de la liberación de los Israelitas de la esclavitud de Egipto.
  3. Fiesta de Pentecostés: Se celebraba 50 días después de la Pascua, (final de mayo), Se conmemoraba la entrega de la Torah a Moisés, así como la siega del grano que se ofrecía en el templo.
  4. Día de la expiación o Yom Kippur: Era más un ayuno que fiesta, era el único día en que el sacerdote podía entrar en el Santísimo para ofrecer incienso y rociar la sangre de los sacrificios.
  5. Fiesta de los Tabernáculos o Cabañas: Se celebraba 5 días después (1° de octubre), se conmemoraba la protección que Dios había dado al pueblo de Israel cuando vagaba por el desierto a la salida de Egipto.
  6. Fiesta de la dedicación: se celebraba a mediados de diciembre, conmemoraba la restauración del templo.

Durante la época de Jesús, estaba el Sanhedrín, relacionado con la vida espiritual de los judíos de la época.  Otro importante lugar era la Sinagoga, Jesús estuvo muy conectado espiritualmente, asistía rigurosamente los sábados y enseñaba su mensaje.

Estas tres instituciones fueron de vital importancia en la época de Jesús y corrieron una suerte histórica muy diversa.

Los movimientos religiosos de la época de Jesús estaban conformados en su mayoría por escribas, sectarios, saduceos, zelotes y fariseos.

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