Realizado por Gladys Días, estudiante de la Universidad Cristiana Logos.
Una persona no tiene que ser importante para ser influyente. Es más, si su vida se vincula de alguna manera con otras personas, usted es influyente. Si deseamos tener éxito o afectar positivamente a nuestro mundo, necesitamos ser una persona influyente. Sin la influencia no hay éxito. No importa cuales sean sus metas en la vida, puede ser más efectivo, y su contribución puede ser más duradera si aprende a convertirse en una persona influyente. Aunque impactamos a casi todos los que nos rodean, no tenemos el mismo nivel con todos los que nos rodean.
La influencia crece por etapas:
- Nivel 1: Modelo, en donde las personas son influidas por lo que ven. La mayoría de personas verán la influencia de nosotros en sus vidas si nos perciben como alguien positivo, confiable y con cualidades admirables.
- Nivel 2: Motivación, para impactar significativamente las vidas de otras personas hay que hacerlo de cerca. Hay que animar a las personas y comunicarse con ellas a nivel emocional. Aquí se crea un puente entre usted y ellos y se edifica su confianza y sentido de dignidad.
- Nivel 3: Mentor, en este debemos derramar nuestras vidas en otras personas y ayudarlas a alcanzar su potencial. El poder de un mentor es tan fuerte que se puede ver cambiar la vida de aquellos en quienes influye ante sus propios ojos.
- Nivel 4: Multiplicación, aquí se puede ayudar a las personas a quienes influye a convertirse en influyentes positivos en las vidas de otros y legar no solo lo que recibieron de parte de nosotros, sino también lo que aprendieron y cosecharon por cuenta propia.
Muchos perciben la integridad como una idea pasada de moda, algo que puede gastarse o que ya no es aplicable a ellos en nuestro mundo acelerado. Este es el fundamento sobre el que se construyen muchas otras cualidades, como el respeto, la dignidad, y la confianza. Si la base de la integridad es débil o es principalmente defectuosa, ser una persona influyente se convierte en algo imposible. Debido a eso es crucial la integridad ocupándose de las cosas pequeñas.
Muchos confunden esto, piensan hacer lo que les plazca respecto a las cosas pequeñas porque creen que siempre y cuando no tengan un resbalón, les irá bien. Los principios éticos no son flexibles, una mentira blanca sigue siendo mentira. El hurto es hurto. La integridad se compromete con el carácter por encima de la ganancia personal, con las personas por sobre todas las cosas; con el servicio por encima del poder, con el principio por sobre la conveniencia; con la vista panorámica por encima de la inmediata. Siempre que quebrante un principio moral, crea una pequeña grieta en la base de su integridad. Y cuando las cosas se ponen duras, se dificulta y se complica actuar con integridad. El carácter no se crea en una crisis; solo sale a la luz. Todo lo que hizo en el pasado, y las cosas que dejo de hacer, llegan a su término al estar bajo presión. Desarrollar y mantener la integridad requiere atención constante y es un trabajo interno.
Esta no está determinada por la circunstancias, sus circunstancias son tan responsables por su carácter como lo es el espejo por su apariencia. Lo que ve solo refleja lo que es usted. Tampoco se basa en credenciales, la calidad de la persona y su obra respaldan sus credenciales. Si la obra era buena, así era el carácter. Si era mala, entonces el carácter se percibía como pobre. El carácter procede de lo que somos. Nunca debe confundirse con la reputación, una buena reputación es valiosa, pero es el reflejo del carácter de la persona. Si la reputación es como el oro, entonces tener integridad es como ser dueño de la mina. Hay que preocuparse menos por lo que otros piensan, y prestarle atención a nuestro carácter interno.
La confianza es el factor más importante en las relaciones personales y profesionales. Es el pegamento que une a la gente. Y es la clave para convertirse en una persona influyente. La gente hoy día necesita líderes desesperadamente, pero desean ser influidos solo por individuos en los que puedan confiar, personas de buen carácter. Cuando las personas comienzan a confiar en uno, nuestro nivel de influencia aumenta. Y ahí es que podemos empezar a impactar sus vidas.
Aunque también es el momento de ser precavido porque el poder puede ser muy peligroso. Si queremos ser una persona influyente, es mejor elegir el sendero de la integridad porque el resto de los caminos llevan definitivamente a la ruina. Debemos por eso comprometernos a ser honesto, formal y confiable, a decidir previamente que no tenemos precio, a concentrarnos en las cosas menores y por último hacer cada día lo que se debe antes que lo que se quiere.
Si observamos a nuestro alrededor, descubriremos que hay personas en nuestras vidas que quieren ser cuidadas, afirmadas con ánimo, reconocimiento, seguridad, y esperanza. Bien es cierto que la mayoría están desesperadas por ánimo. Y aunque pocas personas las edifiquen, todavía tiene que convertirse en su cuidador porque ellas son influidas mayormente por los que los hacen sentir mejor respecto a si mismos. Un cuidador influyente es un dador de amor, respeto, sentido de seguridad, reconocimiento, y ánimo. Para llegar a este nivel debemos aprender a pensar de otra manera. En vez de pensar en nosotros mismos hay que darles prioridad a otros, lo cual no es fácil. Pero al hacerlo ellas reciben dignidad positiva, sentido de pertenencia lo cual es una de las necesidades humanas básicas, perspectiva, sentido de trascendencia y esperanza, el cual es el don más grande que se les pueda dar a otros como resultado de cuidarlos.
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