PERSONAS DE INFLUENCIA | Parte 2

PERSONAS DE INFLUENCIA | Parte 2

La fe en las personas es una cualidad esencial de alguien influyente pero hoy es un producto escaso.  Muchos no tienen fe en sí mismos o no tienen a alguien que tenga fe en ellos, tampoco notan cuando alguien tiene fe en ellos o harán cualquier cosa para estar a la altura de su fe en ellos. Tener fe en la personas requiere algo más que simples palabras o sentimientos positivos respecto de ellas. Hay que respaldarlas con lo que hacemos. Tenemos que aprender cómo tener fe en los demás y para esto debemos creer en ellos antes de que tengan éxito, enfatizar sus fortalezas, y anotar sus éxitos pasados, esto le ayuda a creer en sí mismos.  Se le debe inculcar confianza cuando fracasen, experimentar algunos triunfos juntos, imaginarse los éxitos futuros de ellos y sobre todo esperar un nuevo nivel de vida. Cuando uno pone su fe en los demás, los ayuda a extender sus horizontes y llega a ser una influencia importante en sus vidas.

La habilidad de escuchar de manera diestra es una clave para lograr influir a otros. Escuchar ofrece beneficios tales como: muestra respeto, construye relaciones más fuertes y profundas, aumenta el conocimiento, genera ideas, edifica la lealtad y sobre todo es una gran manera de ayudar a otros y a sí mismos. Escuchar a los demás parecerá que sólo los beneficia a ellos, pero cuando se convierte en un buen oyente, se ubica donde usted mismo puede ayudarse porque adquiere la habilidad de desarrollar relaciones fuerte, reunir información valiosa, y aumentar su entendimiento de otros y de sí mismo. Lo que impide escuchar es que la mayoría exagera el valor de hablar y menosprecia el oír, la falta de enfoque, fatiga mental, los estereotipos estos tienden hacer que escuchemos lo que esperamos en lugar de lo que dice el otro realmente, la carga emocional personal, y  el egocentrismo que quizás sea la barrera más formidable para escuchar. Lo irónico es que cuando no escucha, el daño que se hace definitivamente es mayor que el que les hace a ellos. Existen destrezas auditivas que nos ayudan a convertirnos en un buen oyente tales como: mirar al que habla, no interrumpir, concentrarse en entender, determinar la necesidad de la otra persona al momento, examinar sus emociones, suspender su juicio, resumir lo que la otra persona dice en los intervalos principales, hacer preguntas aclaratorias y hacer que escuchar sea lo más importante, sin importar  cuan ocupado esté.

La habilidad de entender a la gente es uno de los mejores recursos que cualquiera podría tener. Eso tiene el potencial de impactar positivamente en cada área de su vida. Entender a las personas ciertamente impacta su habilidad de comunicarse. Si puede aprender a entender cómo piensan, lo que sienten, qué los inspira, cómo es probable que actúen y reaccionen en una situación dada, entonces podrá motivarlos e influirlos de manera positiva. No entender a otros es una fuente periódica de tensión en nuestra sociedad. A pesar de que entender es un recurso valioso muchos no lo practican por: temor, egocentrismo, no apreciar bien las diferencias y no reconocer las similitudes. Saber qué necesitan y les hace falta a las personas, es la clave para entenderlas.  Todo el mundo quiere ser alguien, a nadie le interesa cuánto sabe usted hasta que saben cuánto le importan, todos necesitan a alguien, toda la gente puede ser alguien cuando alguien la entiende y cree en ella y cualquiera que ayude a alguien influye en muchos más. Algunas personas nacen con grandes instintos que los capacitan para entender cómo piensan los demás. Pero aunque uno no sea alguien instintivo, puede mejorar esta habilidad para trabajar con otros y en definitiva influir en ellos. Primero, hay que mirar las cosas desde la perspectiva de otra persona para así recibir toda una nueva manera de ver la vida y encontrar así nuevas formas de ayudar a otros, segundo, la empatía personal es muy necesaria y por último, una actitud positiva hacia las personas.

Ser mentor les ofrece a las personas la oportunidad de convertir su potencial en realidad, y sus sueños en su destino. Los mentores impactan la eternidad porque no se sabe dónde terminará su influencia. La mayoría de la gente no tiene la tendencia natural de detectar sus principales áreas potenciales. Requieren ayuda para hacerlo, en particular a medida que comienzan a crecer y se esfuerzan por alcanzar su potencial. Ayudar a que otros se desarrollen es una de las cosas más increíbles que jamás pueda hacer por ellos. Cuando se hace esto se eleva su nivel de vida, aumenta su potencial para el éxito, incrementa su capacidad de crecer y aumenta el potencial de su organización. En la mayoría de los casos, si se desea hacer más por los demás, uno tiene que mejorar primero. Uno puede enseñar lo que sabe, pero sólo puede reproducir lo que es. Las personas no van a seguir a alguien cuyas destrezas de liderazgo sean más débiles que las suyas, no aprenderán a crecer de alguien que no crece. No sólo debe estar a un nivel mayor en su crecimiento personal, sino que debe continuar creciendo. Se debe ser selectivo a la hora de elegir a las personas que desarrollará  y tratar de ser un modelo de integridad para todos, tomando en cuenta los siguientes criterios: seleccionar personas cuya filosofía de vida se parezca a la suya, elegir gente con potencial en el cual usted crea de manera genuina, seleccionar personas cuyas vidas pueda impactar de manera positiva, colocar a las mujeres y a los hombres según sus montañas y comenzar cuando llegue el momento apropiado. El hacer del proceso de desarrollo una prioridad requiere tiempo, dinero, y trabajo, aunque puede ser gratificante y divertido. Para aprovechar mejor este, se debe percibir su potencial, proyectar una visión para su futuro, conectarse con su pasión, ocuparse de los defectos del carácter, enfocarse en sus fortalezas, desarrollarlos paso a paso, poner recursos en sus manos, exponerlos a experiencias que los desarrollen, y enseñarles a desarrollarse a sí mismos.

Nada hagáis por egoísmo o por vanagloria, sino que con actitud humilde cada uno de vosotros considere al otro como más importante que a sí mismo.

Felipenses 2:3

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