LA DISCIPLINA EN LA IGLESIA, JONATHAN LEEMAN
Si la disciplina eclesial formal conlleva la expulsión de la membresía de la iglesia y de la Cena del Señor, ¿cómo funciona la restauración? ¿Y en qué momento se aplica? Estas son las dos preguntas que vamos a considerar a continuación: cómo y en qué momento.
¿QUÉ ES LA RESTAURACIÓN?
Ya que ha sido la iglesia la que ha excomulgado a la persona, básicamente, la restauración es que la iglesia declare que la persona ha sido perdonada y que confirme su ciudadanía en el Reino de Dios. Pablo, en la segunda carta a la iglesia en Corinto, aborda otro caso de disciplina eclesial, pero en esta ocasión describe lo que significa la restauración. No nos ofrece detalles del pecado, aunque describe la restauración de la siguiente manera:
“Le basta a tal persona esta reprensión hecha por muchos; así que, al contrario, vosotros más bien debéis perdonarle y consolarle, para que no sea consumido de demasiada tristeza. Por lo cual os ruego que confirméis el amor para con él” (2 Co. 2:6-8).
La mayoría de la congregación ha obrado —¿votado?— con el propósito de castigar a la persona. Y ahora Pablo les dice que la perdonen, la consuelen y le confirmen su amor hacia ella.
Además, la exhortación a perdonar a la persona es un eco de las palabras de Jesús en el Evangelio según Juan, que son paralelas a sus palabras acerca de las llaves en el Evangelio según Mateo: “A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos” (Jn. 20:23). Jesús restauró a Pedro un poco después de esta declaración (Jn. 21:15-17).
Una vez que la iglesia ha decidido restaurar su comunión y la Cena del Señor a una persona arrepentida, no debe existir un periodo de prueba o una membresía de segunda clase. Por el contrario, la iglesia debe anunciar su perdón públicamente (Jn. 20:23), confirmar su amor por la persona arrepentida (2 Co. 2:8), y celebrarlo, igual que el padre del hijo pródigo lo celebró (Lc. 15:24).
Mi propia iglesia excomulgó una vez a una persona por una situación espinosa que añadía un patrón nada honroso, grave e impenitente. Afortunadamente, al final se arrepintió, y la iglesia estuvo en posición de anunciar su perdón y confirmar su comunión. Esta es la propuesta que los ancianos presentaron a la iglesia:
“Propuesta: Los ancianos se alegran de recomendar a los miembros que reconozcan con gratitud a Dios el arrepentimiento de nuestro hermano, que le expresemos formalmente nuestro perdón por sus actos contra nosotros, y que renovemos públicamente nuestra
manifestación de comunión con él, y de amor por él, como nuestro hermano en Cristo. Y todo esto lo hacemos con gran gratitud a Dios por su fidelidad a su Palabra y a todos los que lo honran con su obediencia”. La iglesia lo confirmó unánimemente. Fue un momento
de regocijo. ¿Implica la restauración incluir de nuevo a la persona en la membresía de la iglesia? En la mayoría de los casos, diría que sí. El arrepentimiento necesario para la restauración será mostrado, entre otras cosas, por una disposición a reunirse con la iglesia y someterse a su dirección. Pero principalmente, creo que la restauración es semejante al bautismo. El bautismo comúnmente aunque no necesariamente implica la aceptación en la membresía de la iglesia (piensa en el ejemplo del eunuco etíope en Hch. 8:38-39). De la misma manera, la restauración comúnmente aunque no necesariamente implica la restauración en la membresía de la iglesia. De hecho, la persona que he puesto como ejemplo, estaba viviendo en otro país cuando la iglesia votó acerca de la propuesta mencionada anteriormente.
Esta persona envió un correo electrónico confesando su pecado y preguntando qué podía hacer para restaurar la relación. Esta propuesta fue la conclusión del asunto después de intercambiar alguna correspondencia.
¿EN QUÉ MOMENTO SE APLICA LA RESTAURACIÓN?
¿En qué momento se aplica la restauración de la persona a la iglesia? La respuesta sencilla es: cuando el pecador
se arrepiente y la iglesia está convencida de que el arrepentimiento es real porque los miembros ven fruto en la vida de la persona. La restauración se aplica cuando la iglesia está dispuesta de nuevo a presentarse ante las naciones y garantizar la profesión de fe de la
persona.
A veces, la demostración del arrepentimiento cambia del blanco al negro: un hombre que había abandonado a su mujer, vuelve con ella. A veces, la demostración se quedará en un área gris: una persona atrapada en un ciclo de adicción puede no haber vencido totalmente
la adicción, pero hay mucha más victoria ahora que en el pasado y lucha contra la adicción con nuevas fuerzas. La evidencia necesaria para reconocer el arrepentimiento varía de un pecado a otro y no siempre es fácil discernir si el arrepentimiento es verdadero. Los ancianos de mi propia iglesia afrontaron una vez un dilema parecido. Una persona que había sido disciplinada por la iglesia mostraba cierto arrepentimiento, pero también mostraba signos de que su corazón aún estaba endurecido. Cuando los ancianos deliberamos acerca de recomendar a la congregación la restauración de este hombre, pudimos todos ver ambos lados y sentimos el peso de las palabras de Pablo acerca de no dejar que el hombre sea consumido de demasiada tristeza. En la votación final salieron siete votos en contra de la restauración y seis a favor.
Sin duda, es posible que como ancianos cometiéramos un error, igual que puede ser errónea cualquier decisión que tomemos como seres humanos o como iglesia. Pero tanto los miembros de la mayoría, como los miembros de la menoría, confiábamos en que Dios obraría a través de nuestras deliberaciones desiguales e imperfectas. Afortunadamente, Dios usa comités de ancianos indecisos y procesos falibles como los nuestros.
La sabiduría para valorar las pruebas del arrepentimiento requiere equilibrio entre precaución y compasión. A menudo, esto significa que el proceso debe desarrollarse lentamente (pero no demasiado).
Sería bonito tener un manual de normas para momentos de este tipo: “cuando te encuentres con esto, haz así”. Pero parece que el Señor
pretendió que sus iglesias aprendieran lo que significa confiar en la sabiduría que él promete dar hasta en los dilemas más difíciles, recordándonos al mismo tiempo cuánto dependemos de él.
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