Basado en el libro de James D. Crane
En el Texto 2 Timoteo 4:1-6 el apóstol Pablo encargo a Timoteo: “Predicar la palabra”, para Timoteo predicar era su principal función, primicia entendida por la iglesia primitiva.
La predicación es la comunicación de la verdad por un hombre, hecho a los hombres, para llevar a cabo ese mensaje del evangelio de Cristo, para predicar es necesario hacer un análisis de la predicación, subrayando que nada de esto puede ser posible sin el trabajo inigualable del espíritu santo.
El Sermón Eficaz
Crane, a través de los 8 capítulos del Sermón Eficaz plantea la gran misión y responsabilidad encomendada al predicador en el ministerio de la especialización, tema poco profundizado lo cual impide llevar a cabo la obra ministerial a cabalidad en muchas iglesias.
Destaca además que una función principal del predicador es estimular al creyente a dedicar sus talentos al servicio, aquellos que sientan el llamado de Dios y direccionarlos por medio de los ancianos de la iglesia o consejería pastoral.
El autor brinda herramientas de gran utilidad que sirven de apoyo para que el Espíritu Santo de Dios siga trabajando en los corazones de aquellos que se sienten atraídos a este ministerio.
Nos permite observar la necesidad de establecer bien el significado y las palabras al mundo de hoy; explicando claramente como se debe presentar un predicador en estos tiempos, siendo importante tanto su conducta como la obra reveladora del Espíritu Santo.
Lo que demanda un sermón eficaz
Realizar un sermón comprende una serie de obligaciones, responsabilidades que demanda la predicación. Es inspiración de Dios, tomándose el corazón, la mente, el puño y letra, para dar a conocer una vez más los propósitos, que tiene con el mensaje.
El mensaje dado a la congregación es basado en un texto bíblico el cual es desarrollado en unas cualidades de vitalidad, pertinencia y legítimo. Desarrollado mediante un texto o bosquejo, o un desarrollo temático o sermón de asunto.
La sabiduría del espíritu y la experiencia del predicador, hacen que el mensaje sea dado a través de un buen arreglo. La unidad puede ser lograda por una palabra o interrogaciones a temas homiléticos.
Para tener un buen arreglo, el predicador puede ayudarse formulando temas homiléticos como una palabra, un tema interrogativo, un tema imperativo, un tema declarativo, un tema histórico, con los cuales puede lograr una unidad del discurso, así el tema tendrá una relación con todas las partes formales del sermón.
El tema será como un filamento que atraviesa todas las partes formales del sermón, brotado del texto, hallando al título, encontrando una relación cabal de una proposición en la parte final de la introducción.
De esta expresión formal del tema (la proposición), brotan a su vez todas las divisiones principales del plan. Por fin el tema es rodeado en la conclusión, para ser enfocado en el propósito específico del sermón.
Desarrollo de un contenido interesante
Se debe tener en cuenta el contenido del sermón, observando el tipo de interés y las necesidades básicas de la gente como amor, poder, seguridad, entre otras sobre las cuales se debe predicar hilando las ideas de una manera concreta y particular diferente, a una manera abstracta y general.
Al utilizar palabras concretas y particulares se evocan imágenes mentales, y cuando la mente del oyente es puesta en acción la participación intelectual garantiza su interés.
Crane, resalta la importancia de la variedad en la forma en que los diversos materiales del sermón son presentados. Recomienda alternar el material entre los que conmueven los sentimientos, los que convencen, y las razones, acompañados de los que despiertan el sentido de necesidad y de los que es redarguyen en la conciencia moral. Incluyendo una constante iluminación con buenas ilustraciones de ser posible.
El Predicador no debe descuidar el valor tremendo para despertar el interés, usando contrastes, creando llamar la atención, produciendo sensaciones disparejas y no monótonas.
El sermón debe plantear un problema y dar su solución, que permita con claridad ver la necesidad de la congregación, conduciendo por pasos firmes hacia un clímax, así el mismo tendrá más probabilidades de ser interesante.
Estilo y comunicación persuasiva
El mensaje, logra su presentación de la verdad, si se presenta con pureza, claridad, energía, y calidad, así el mismo habrá logrado ser verdaderamente atractivo.
Hay que tener claro que el hombre que se esfuerce por cultivar un estilo bello generalmente descubre que su producción literaria resulta artificial y pomposa. Ahora si olvidando la elegancia de expresión como tal, y concentrando su atención por expresar sus ideas en un lenguaje puro, claro, enérgico e interesante, el estilo resultante será realmente bello.
De igual forma, el sermón eficaz demanda una comunicación persuasiva. La idoneidad del predicador, la determinación del propósito específico del sermón, el mensaje bíblico apropiado, la formulación de un buen arreglo, el descubrimiento y la selección de los materiales de elaboración más adecuados tienen sólo una finalidad, y es la de influir sobre la voluntad de los oyentes, para que estos actúen de acuerdo con la voluntad de Dios.
El Predicador ha de comunicar todos sus profundos pensamientos, y los propósitos nobles que han cautivado su voluntad, para que los que hoy en su predicación se sientan piensen y actúen de acuerdo con la voluntad de Dios.
Un discurso religioso que no retumbe en la comunicación persuasiva de ideas sentimientos y propósitos no merece el calificativo honroso de sermón.
Los factores que influyen en la comunicación persuasiva del sermón eficaz son el cultivo de buenos hábitos como orador del Predicador y la preparación de un ambiente propicio para la persuasión.
Finalmente, el sermón eficaz depende también de la relación que se sostenga para con el Ministerio total al cual pertenece, por ello tenemos que insistir en la existencia de una saludable variedad en los mensajes que se presenten de semana en semana.