Basado en el libro Crisis, perdidas y consolación en la Familia. De Jorge E. Maldonado.
En todas partes los seres humanos nos enfrentamos con situaciones adversas, cambios súbitos en la vida, pérdidas significativas, amenazas alarmantes que ponen a prueba nuestra salud, balance emocional y relaciones.
Traumas, perdidas, y crisis parecen afectar más y mas a los seres humanos cada día, ninguna familia o persona está exenta de pasar por alguna crisis. Todos en algún momento de la vida lo tenemos.
La Consejería para Familia en crisis
Los consejeros seremos agentes de consuelo con la ayuda del Espíritu Santo, Padre de consolación.
La intensidad de una crisis y su complejidad, demandan un entrenamiento para trabajar en este ministerio de consolación.
La relación entre el facilitador o facilitado en crisis es crucial, por ello el consejero o facilitador debe conocerse a si mismo en su capacidad para manejar el stress, para establecer límites y para acompañar a las personas sin dar sermones, juzgar o presionar. Debe tener una clara noción de cuando un caso desborda su entrenamiento y su capacidad de manejo del problema a fin de desviarlo a un colega profesional.
Definir la crisis y abordarla
La crisis como vimos en anteriores entregas consiste en la combinación de varios significados como ideas, sentimientos y procesos que desbordan la capacidad de una persona o familiar tiene para manejar una situación en un momento dado.
No es una enfermedad o algún síntoma de patología. Son partes de la experiencia universal humana y recordemos pueden ser: inesperadas, estructurales, de desarrollo o de desvalimiento.
Según Maldonado toma de 6 a 8 semanas para resolver la crisis, la misma tiene una secuencia en tiempo, hay una pre crisis que conllevan eventos precipitantes, la crisis en sí y la post crisis que viene acompañada con un proceso de recuperación y restauración.
El manejo de la crisis incluye el aspecto emocional, y a su vez también las dimensiones cognoscitivas, conductuales, relacionales y espirituales.
Modelos de Intervención
Varios modelos de intervención en la crisis, son métodos UE consisten en ayudar a fortalecer y construir momentos importantes en el trabajo que el consejero desarrolla y brinda ayuda.
El modelo familiar, muy destacado consiste en 7 pasos, y parte de comprender que toda persona vive en una red de relaciones muy importantes, lo cual exige que la ayuda se dirija a todo el grupo familiar más que a una sola persona.
Se empieza con atender la emergencia, el consejero debe estar listo para abordar la situación, mas no debe hacerse cargo de ella.
El compromiso familiar es vital pues cada uno tiene la capacidad de ayudar a resolver el problema; el consejero debe tomar en cuenta a todas las personas relacionadas en la crisis.
Definir la crisis de manera clara y específica, para que el consejero pueda ofrecer una orientación general. Debe ofrecer orientaciones específicas sin culpar a nadie pero con la convicción de que cada individuo quiere hacer lo mejor y lo más sensato y que además es capaz de hacerlo.
El Consejero mide la crisis y negocia las resistencias a solucionar la crisis, cuando esto ocurre es necesario apoyarse y referirse a un profesional para solicitar ayuda.
Si hay cambio o no lo hay, la crisis debe terminar en un tiempo, debe dejar la puerta el consejero para futuros diálogos.
La meta de la intervención en crisis no es solucionar todos los problemas. Sino, ayudar a la familia a soportar sucesos traumáticos y ayudar más que todo para salir de la crisis y crecer personal y familiarmente.
Apoyo Pastoral en la crisis
La iglesia sin duda es la comunidad idónea para ayudar y brindar solidaridad a las personas que llegan. Los ministros de la Palabra son los conductores naturales de la asesoría incluso antes de llegar a una ayuda profesional.
La iglesia pone en marcha toda una serie de servicios a todas las personas sin distingo que han sido afectados, abrasándolos y cuidándolos.
En muchos casos las crisis ponen en contacto con su vacío existencial y con la pobreza de sus relaciones, la intervención pastoral tiene la oportunidad de tocar temas de orden espiritual, sin perder de vista los procesos psicológicos y sociales.
El ministro de la consolación consiste en acompañar a una persona, pareja, familia o comunidad en la elaboración de sus pérdidas y sus crisis, no solo para que logre su recuperación, sino para que salga de la experiencia traumática con mejores recursos para vivir plenamente.
El cuidado pastoral en los momentos de crisis y angustias es de incalculable valor. De modo que, el asesoramiento no es el único ministerio que la iglesia de Jesucristo puede ofrecer a los que sufren pérdidas.
La educación sobre el manejo de las perdidas, sobre la prevención del stress, sobre los procesos de las crisis también constituye una contribución la salud de la familia, de la iglesia y de la comunidad.
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