Basado en el libro de Norman Wright
Los pastores tenemos una gran tarea al presentarse situaciones de Crisis, sea que algún miembro de nuestra iglesia este pasando por una crisis, o alguien que viene por primera vez a buscar consejo, de la mano de Wright observaremos algunas pautas para poder aconsejar efectivamente en estas situaciones.
Aconsejar desde una perspectiva Bíblica
Todo consejo debe partir desde la biblia, allí encontramos los pensamientos de Dios y a través de ella podemos encontrar una palabra para cada situación por la cual estemos pasando.
Es necesario saber que el usar la Palabra de Dios en un contexto y momento preciso en el que la persona la necesite es crucial.
Al aconsejar la palabra no debe sonar como un sermón o un juzgamiento, “la verdad del amor de Dios debe de ser explicado de modo natural, sincero y bajo la dirección del Espíritu Santo” (pg. 174).
Por consiguiente, el uso de la biblia, la oración, el ayuno a la par con las técnicas de consejería que usamos es necesario e importante.
Equipo y comunidad preparado
No solo el líder debe estar preparado, en cómo ayudar y aconsejar a quienes lo necesitan. Es necesario también crear una atmósfera en la cual los miembros de nuestro equipo pastoral e inclusive la comunidad eclesial, estén equipados a lidiar en casos de crisis sea que nosotros no estemos presentes y la crisis no pueda esperar.
Procuremos como líderes y pastores preparar un equipo pastoral y de administración, y de ser posible a nuestros feligreses, para responder ante la crisis.
Muchas personas que están al borde de la depresión, ansiedad, el suicidio y la muerte podrían recibir apoyo inmediato de quienes los rodean y así poder minimizar la profundidad de la crisis hasta que el consejero o el pastor puedan llegar a ayudar más profundamente a la persona.
Reconocer las limitaciones
Debemos entender y tener en claro que el individuo en crisis en muchas instancias tiene mecanismos de respuesta que son anormales y que no corresponden al proceso de razonamiento de una persona sin crisis.
Por lo cual es importante conocer hasta donde podemos llegar como profesionales, pudiendo orientar a la persona hacia ayuda más profunda sea en un hospital o con la policía.
Así mismo, debemos aprender como evaluar el tipo de crisis que la persona está pasando y hacerlo desde la perspectiva de la persona que busca la ayuda.
También, es crucial evitar el autodescubrimiento o tratar la crisis desde prejuicios que afecten en la valoración y comprensión de la situación.
Crisis diferentes, métodos diferentes
Las crisis no son iguales ni en dimensión ni en sus efectos, por ello hay que saber cómo eficazmente apoyar en diferentes tipos de crisis.
Las más conocidas son la depresión, el suicidio, la muerte y el divorcio, cada una implica métodos distintos y se precisan de acuerdo a la necesidad del aconsejado.
Se requiere entonces ayudar a la persona a “ver y evaluar el significado de las expectativas” (pg. 128) que tiene para su vida esta de forma negativa y tratar de transferirla a positiva.
Así mismo, las audiencias deben ser tratadas de manera diferente, partiendo de que los niños, adolescentes, adultos y ancianos responden de forma distinta y expresan de acuerdo a su madurez el dolor o frustración de distintas formas.
Dios en todo momento
Nuestro papel es de ayudar, no de salvar, eso le corresponde a Dios y a nadie más.
Debemos enseñar al aconsejado que el único consejero divino y consolador que estará con ellos en las buenas y en las malas es el Señor. Nuestros consejos siempre deben orientar a la gente a Jesús.
Nosotros somos instrumentos de Dios para ayudar aquellos que lo necesiten, sin ser “salvadores” o “super humanos”. Por lo tanto, hecho nuestro trabajo de encaminar al aconsejado hacia una seguridad que solo puede encontrar en Cristo, hemos de terminar la relación consejería.
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