Introducción a la Pneumatología

Introducción a la Pneumatología

Pneumatología es un término que proviene del griego “Pneuma” que significa espíritu, soplo, hálito, viento; y que metafóricamente describe un ser inmaterial o influencia, y “logía” (λογία en griego) es tratado y/o estudio. Definiéndose como el estudio de seres espirituales y fenómenos, especialmente las interacciones entre los humanos y Dios.[1]

En términos más llanos, llamamos Pneumatología a la rama de la teología bíblica que estudia sobre la persona y la obra del Espíritu Santo.

El vocablo Espíritu viene del hebreo “ruah”, que en la versión LXX (Septuaginta) pasó a ser “pneuma” en griego. Generalmente es una expresión del poder de Dios, la extensión de sí mismo por la que Él lleva a cabo muchos de sus poderosos actos. A veces también, puede significar: “la mano de Dios”, como así aparece en el Salmo 19:1 (los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos); “la palabra de Dios”, utilizada en Salmos 33:6 (por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos…); “la sabiduría de Dios”, como fue usada en 1 Reyes 3:28 (Y todo Israel oyó aquel juicio que había dado el rey; y temieron al rey, porque vieron que había en él sabiduría de Dios para juzgar). [2]

Los orígenes de la palabra “espíritu”, tanto en hebreo (ruah) como en griego (pneuma) son similares, porque provienen de la palabra “respiración” y “viento”, que las culturas antiguas conectaban con una fuerza espiritual invisible.

De estás derivaciones han surgido diferentes interpretaciones, por ejemplo, los Testigos de Jehová afirman que el Espíritu Santo no es una persona y que solo hace referencia a la fuerza activa de Dios a través de su manifestación espontánea. En otras palabras, el Espíritu Santo es la fuerza con la que Dios creo el Universo, la fuerza activa invisible que emplea para cumplir propósito y revelar su voluntad siendo únicamente el poder accionar del mismo. [3] Sostienen esta creencia partiendo del argumento de que «espíritu» significa viento.

Por otro lado, dentro del cristianismo evangélico, por tomar una referencia, tenemos las Asambleas de Dios, organización con denominación pentecostal que contempla en sus declaración de verdades fundamentales que el creyente a través del bautismo del Espíritu Santo, recibe experiencias como: la llenura del Espíritu (Juan 7:37–39 y Hechos 4:8), una reverencia más profunda hacia Dios (Hechos 2:43 y Hebreos 12:28), consagración más intensa a Dios y dedicación a su obra (Hechos 2:42), un amor más profundo para Cristo, su Palabra y para los perdidos (Marcos 16:20), dando evidencias de todo al hablar en lenguas espirituales.[4]

Basado en lo anterior, el entendimiento sobre el Espíritu Santo puede ser diferente entre las variadas ramas del cristianismo y sectas religiosas. Como creyentes es imperativo escudriñar las Escrituras profundamente donde el Espíritu Santo nos da la revelación e iluminación para no caer en errores teológicos, tal como está escrito en Juan 16:13  Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad.

¿Qué es el Espíritu Santo?

Ciertamente al hablar de Espíritu se hace referencia a algo que opera fuera de nuestro entorno físico, esto no quiere decir que el Espíritu Santo de Dios no tenga influencia en nosotros de una forma directa y en nuestro mundo natural, pero para entender las cualidades del Espíritu Santo, debemos comprender primeramente que es.

Hemos dicho que la Pneumatología estudia sobre la persona y la obra del espíritu santo, de modo que esta rama reconoce originalmente al Espíritu Santo como una persona, algo que podemos ver claramente en las sagradas escrituras. A continuación presentaremos algunos versículos que nos dejan ver con claridad que el Espíritu Santo actúa como una persona, despejando cualquier interpretación distinta carente de peso teológico.

El espíritu santo es el que convence al mundo de pecado. «Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio» (Juan 16:8).

El espíritu santo habla. El Rey David dijo: “El Espíritu de Jehová ha hablado por mí, y su Palabra ha estado en mi lengua” (2 Sam 23:2).

El espíritu santo es nuestra Guía. Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. (Juan 16:13)

El Espíritu Santo nos enseña y recuerda las cosas. Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho. (Juan 14:26) y (Nehemías 9:20) Y enviaste tu buen Espíritu para enseñarles

El espíritu santo nos ayuda e intercede por nosotros. Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.27 Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos. (Romanos 8:26 – 27)

Al espíritu santo se le puede mentir. Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad? (Hechos 5:3)

Al espíritu santo se le puede contristar. Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención. (Efesios 4:30)

Al espíritu santo se le puede resistir. ¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros. (Hechos 7:51)

Con esta evidencia podemos afirmar que el Espíritu Santo es indiscutiblemente una persona, es la tercera persona de la Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo). Existen más versículos en la biblia que dan evidencia de la persona del Espíritu Santo y de su obra. Convirtiéndose en parte fundamentar de estudio para todo cristiano y es a través de la Pneumatología como medio de estudio que se puede llegar a una comprensión teológicamente completa y correcta.

El Espíritu Santo en el AT y el NT

La función primaria del Espíritu de Dios en el AT es en función profética. El Espíritu de Dios es la persona inspiradora de los profetas, ese poder misterioso que a veces movió al profeta a un éxtasis espiritual, pero siempre a la perfecta revelación del mensaje de Dios, expresado por los profetas con la expresión: “así habló el Señor” (Jeremías 44:25-27; Zacarías 7:9). Es decir, que los profetas de Dios o hombres de Dios en el AT estaban inspirados por Espíritu de Dios.

La frase “Espíritu Santo” aparece en dos contextos en el AT, pero en ambas se le califica como Espíritu Santo de Dios (Salmos 51:11 e Isaías 63:10-14), de modo que está claro que Dios mismo es el referente, pero no con la misma referencia del Espíritu Santo que se encuentra en el NT. La base de esto es que, aunque la personalidad y la identidad del Espíritu Santo son reveladas en el AT, estas no son tan entendidas por los creyentes del AT. Más bien encontramos expresiones especiales de la actividad de Dios con y a través del hombre.

El Espíritu de Dios es santo al igual que lo son su palabra y su nombre; todos ellos son formas de su revelación, y en cuanto a tales se les presenta como antítesis de todas las cosas humanas o materiales.

Los profetas del AT, anticipan un tiempo en que Dios, que es santo, volcará su Espíritu sobre los hombres, que se volverán santos (Joel 2:28). En el AT el Mesías de Dios será aquel sobre quien descanse el Espíritu y que inaugurará el tiempo de la salvación y la morada del Espíritu de Dios dentro del hombre. Esto se evidencia en el NT donde todas estas condiciones se ven manifestadas en nuestro Señor Jesucristo, dando a la Iglesia testimonio, especialmente a través del fruto (Gálatas 5:22-23) y la manifestación a través de los dones espirituales dadas únicamente a través el Espíritu Santo según su voluntad (1 Corintios 12:4-11). [5]

En esta primera entrega vimos los fundamentos para el estudio del Espíritu Santo, iniciando con la definición de Pneumatología, seguido de entender quien es el Espíritu Santo, sus cualidades, la forma como se manifestó en el Antiguo Testamento y en el Nuevo Testamento para posteriormente en otros artículos profundizar sobre aspectos de su manifestación y obra, como lo es la llenura del Espíritu Santo.

 

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Este articulo es un extracto del documento Pneumatología «Llenos del Espíritu Santo»

Escrito originalmente por: William M. Castro

Editado por: Guillermo Linares

 


[1] Nuevo Diccionario Bíblico Cereza; 456-461

[2] Nuevo Diccionario Bíblico Cereza; 456-457

[3] Biblioteca Watchower (Oficial): https://wol.jw.org/es/wol/d/r4/lp-s/2010734

[4] Asambleas de Dios (Oficial): https://ag.org/es-ES/Creencias/Declaraci%C3%B3n-de-verdades-fundamentales-#7

[5] Nuevo Diccionario Bíblico Cereza; 459

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