“Se levantó una gran tempestad de viento, y echaba las olas en la barca, de tal manera
que ya se anegaba. Y él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal; y le
despertaron, y le dijeron: Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos?
Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece.
Y cesó el viento, y se hizo una gran bonanza.
Y les dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados?
¿Cómo no tenéis fe?”. Marcos 4:37-40
¿Qué significa seguir a Cristo?
Aprendamos, en primer lugar, que seguir a Cristo no previene nuestras aflicciones y angustias terrenales. Aquí están los discípulos escogidos por el Señor Jesús sintiéndose muy angustiados. El Pastor dejó que se angustiaran; la manada pequeña que creyó en él cuando los sacerdotes, escribas y fariseos no lo hicieron.
El miedo a la muerte irrumpe sobre ellos como un hombre armado. Parece muy posible que las aguas profundas anegan sus almas. Pedro, Santiago y Juan, columnas de la Iglesia a punto de ser levantadas en el mundo, están muy afligidos. Quizá ellos no contaban con encontrarse en esta situación. Tal vez habían pensado que servir a Cristo los iba a proteger de las pruebas terrenales. Probablemente habían supuesto que Aquel que podía resucitar a los muertos, sanar a los enfermos, dar de comer a una multitud con unos pocos panecillos y ahuyentar a los demonios con una palabra, no dejaría que sus siervos sufrieran en la tierra. Puede ser que supusieron que siempre les concedería un peregrinaje tranquilo, buen clima, una trayectoria fácil y libertad de las pruebas y preocupaciones.
Si eso pensaban los discípulos, se equivocaban por mucho. El Señor Jesús les enseñó que alguien puede ser uno de sus siervos escogidos y, no obstante, pasar por muchas ansiedades y soportar muchos dolores. Es provechoso comprender esto con claridad. Es provechoso comprender que servir a Cristo nunca eximió a nadie de los males que la carne hereda, ni tampoco eximirá de ellos a nadie.
Si usted es creyente tiene que saber, que mientras esté en el cuerpo, tendrá su porción de enfermedades y dolores, de sufrimientos y lágrimas, de pérdidas y cruces, de muertes y pesares, de despedidas y separaciones y de disgustos y desencantos. Cristo nunca se comprometió a que usted llegue al cielo sin esto. Se encargará de que todo aquel que venga a él, tendrá todas las cosas relacionadas con la vida y la santidad, pero nunca se responsabilizó de darle prosperidad, ni riqueza, ni buena salud ni de eximir a su familia de la muerte y la aflicción.
Lo que cuesta seguir a Cristo, reflexión
Tengo el privilegio de ser uno de los embajadores de Cristo. En su nombre puedo ofrecer vida eterna a cualquier hombre, mujer o niño que esté dispuesto a aceptarla. En su nombre ofrezco perdón, paz, gracia y gloria a cualquier hijo o hija de Adán que lee estas líneas. Pero no me atrevería a ofrecer a nadie prosperidad en este mundo como parte del paquete del evangelio. No me atrevería a prometer mayores ingresos, ni libertad de dolor. No me atrevería a ofrecerle al que toma su cruz y sigue a Cristo que, por seguirle, nunca tendrá que pasar por una tormenta.
Sé que a muchos no les gustan estas condiciones,.preferirían tener a Cristo y buena salud, a Cristo y mucho dinero, a Cristo y ningún fallecimiento en su familia, a Cristo y ningún problema agotador, a Cristo y una mañana perpetua sin nubarrones. Pero no les gusta tener a Cristo y la cruz, a Cristo y las tribulaciones, a Cristo y los conflictos, a Cristo y los vientos huracanados, a Cristo y las tempestades. ¿Es éste el pensamiento secreto de alguno que lee este escrito? Créame que, si lo es, está muy equivocado.
Preste atención y procure demostrar que tiene mucho que aprender. ¿Cómo podríamos saber quiénes son verdaderos cristianos, si seguir a Cristo fuera no tener ningún problema? ¿Cómo discernir entre el trigo y la cizaña, si no fuera por el discernimiento que dan las pruebas? ¿Cómo sabríamos si los hombres sirven a Cristo por su bondad o por motivos egoístas, si servirle diera automáticamente salud y riquezas? Los vientos del invierno nos muestran cuáles árboles son siempre verdes y cuáles no. Las tempestades de aflicciones y preocupaciones son provechosas de esa misma manera; muestran al hombre cuya fe es real, y a aquel que sólo es de nombre.
¿Cómo podría marchar adelante la gran obra de santificación, si el hombre no tuviera pruebas? Las penas son, a menudo, el único fuego que puede quemar la escoria que se aferra a nuestros corazones. Las pruebas son la herramienta podadora que el gran agricultor emplea a fin de que seamos fértiles en buenas obras. Los plantíos del campo del Señor, rara vez, maduran únicamente con sol; tienen que pasar por días de viento, lluvia y tormentas.
¿Cómo servir a Jesús?
Si usted anhela servir a Cristo y ser salvo, le ruego que lo acepte en sus propios términos. Decídase a cargar su porción de cruces y aflicciones, y entonces, no lo tomarán de sorpresa. Por no comprender esto, muchos al parecer andan bien por un tiempo y luego se apartan disgustados y son echados fuera.
Si usted profesa ser hijo de Dios, deje que el Señor Jesús lo santifique a su manera. Quédese tranquilo sabiendo que él nunca comete errores. Tenga por seguro que él hace bien todas las cosas. Puede que los ventarrones bramen a su alrededor y las aguas parecen anegarle; pero no tema, él lo guiará a usted como lo hizo con su pueblo: “Los dirigió por camino derecho, para que viniesen a ciudad habitable” (Sal. 107:7).”
Referencias Bibliográficas
- Ryle, J.C. (2015). El Señor de las Olas. Chapel Library. Pp. 4-5
- NTS110 Los Evangelios 1. Universidad Cristiana Logos -UCL-
Este Artículo fue escrito por:
Profesor José Juan Sosa
Universidad Cristiana Logos