Pregunta: ¿Si un hermano se ofende al decirle la verdad, ya no se la diremos?
Respuesta: Debemos decir la verdad… pero con amor.
Te escribo dos pasajes que nos orientan en la manera y forma de corregir a un hermano, son Efesios 4:15 «Sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en Aquel que es la Cabeza, esto es, Cristo” y Gálatas 6:1 «Hermanos, si alguno fuera sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restaurarle con espíritu de mansedumbre, considerándote a tí mismo, no sea que tú también seas tentado. Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo» Muchas veces decimos la verdad, pero con aspereza, sin amor, y el hermano no está rechazando la verdad que le decimos al corregirle así, sino nuestra actitud al tratarlo sin comprensión. Lo que sucede es que él no sabe expresarnos lo que siente y parece que rechaza todo.
Debemos corregirnos unos a otros, esta es una de las maneras como crecemos en la vida cristiana, pero seamos sabios al corregir. Pensemos y actuemos como quisiéramos que nos lo hicieran a nosotros. No humillemos al hermano, ni le faltemos al respeto como persona. Que él pueda ver amor e interés en nosotros al corregirle.
Para llegar a considerar a un hermano con gentil o pagano, debiéramos «agotar» todas las posibilidades de restaurarlo y de atraerlo.
Tampoco debemos llegar a esa situación «por cualquier cosa», sino por cosas realmente graves, como vemos en 1ª Cor 5:4 «Mas bien os escribí que no os juntéis con ninguno que, llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón; con el tal ni aun comáis.»
Otro motivo de separación está en Rom.16:17-18, «Mas os ruego hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos. Porque tales personas no sirven a nuestro Señor Jesucristo, sino a sus propios vientres, y con suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de los ingenuos».
Esta advertencia es para que nos guardemos de personas que con una doctrina diferente causan divisiones. No son personas equivocadas que pueden y quieren aprender, sino que con sutilezas y lisonjas van a engañar a los sencillos; hay que apartarse de ellos y procurar que no hagan daño al rebaño de Dios.
¡Que el Señor te de sabiduría para construir su Iglesia!
Referencias Bibliográficas
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