El envejecimiento. ¡Un proceso inevitable!

El envejecimiento. ¡Un proceso inevitable!

Escrito por: María del Pilar Salazar 

Decana académica Universidad Logos

“Sus pies descienden hasta la muerte; sus pasos van derecho al sepulcro”                                                                              

Proverbios 5,5 (NVI)

En una sociedad regida por la producción y el manejo del poder, han quedado relegados “los viejos” entre comillas. Cada vez son mayores las restricciones de edad en el mercado laboral; más numerosos los asilos de ancianos y a su vez más los hombres y mujeres angustiados y más que atemorizados, horrorizados, de tener que enfrentar esta etapa de su vida. De ahí que los esfuerzos de muchos de los científicos sean incisivos en tratar de detener los procesos de deterioro y envejecimiento de muchos organismos y en especial del ser humano. 

Sin embargo, aunque no se puede negar el progreso de los científicos, que en muchos casos es admirable y beneficioso, pero en otros muy discutible; según las sagradas escrituras, nunca podrán superar las leyes espirituales. Las leyes físicas siempre estarán subordinadas a las espirituales.

“No hay quien tenga poder sobre el aliento de vida, como para retenerlo, ni hay quien tenga poder sobre el día de su muerte…. ”

Eclesiastés 8,8 (NVI)

 Aún cuando se tenga cierta calidad de vida, no se puede evitar lo inevitable como dice la conocida canción de Pablo Milanes: “El tiempo pasa y nos vamos haciendo viejos” una vez más la dictadura de los genes se hace sentir.

“Llegarás al sepulcro anciano pero vigoroso, como las gavillas que se recogen a tiempo”                                                                                          

Job 5,26 (NVI)

  «Recuerda, oh Dios, que mi vida es un suspiro; que ya no verán mis ojos la felicidad”                                                                                          

Job 7,7 (NVI)

 “Mis días son como sombras nocturnas; me voy marchitando como la hierba”                                                                                         

Salmo 102.11 (NVI)

Pero contrario a las discriminaciones sociales que puedan darse en este aspecto, la Biblia no solo reivindica sino que exalta la posición del anciano.

 “La gloria de los jóvenes radica en su fuerza; la honra de los ancianos en sus canas ”

 Proverbios 20,29 (NVI)

 “Entre los ancianos se halla la sabiduría; y en los muchos años el entendimiento”

Job 12,12 (NVI)

  «Escucha a tu padre, que te engendró, y no desprecies a tu madre cuando sea anciana”

Proverbios 23,22 (NVI)

Así pues, queda claro que, aunque la clonación y las técnicas y tratamientos actuales puedan mejorar mucho la calidad de vida de los seres humanos, “no son capaces de detener el envejecimiento”. Por lo tanto, está fuera de todo alcance para el hombre: “crear una generación inmortal”, a lo sumo sólo podrán lograr que quizás sea “un poco” más longeva. Y eso desde una perspectiva bastante especulativa, porque si pensamos en lo que tiene que ver con la “clonación”; hasta ahora lo que se ha demostrado en especies inferiores, es un envejecimiento muy acelerado. 

Siendo así, le vendría bien al hombre postmoderno replantear sus afectos y mirar con agrado aquellos que, “no son más viejos, sino más experimentados”.

Para concluir, podemos decir que Dios a través de su palabra nos enseña a valorar y respetar a los ancianos, pues en ellos hay sabiduría y honra. No debemos caer en la ilusión de querer detener el tiempo o escapar de la muerte, pues son realidades inevitables que forman parte de la vida humana. Más bien, debemos aprovechar el tiempo que Dios nos da para vivir con sentido y propósito, y para prepararnos para el encuentro con Él. Los ancianos no son una carga, sino una bendición, y debemos aprender de su experiencia y testimonio.

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