(Por José Juan Morales)
La actitud del cristiano siempre debe buscar la restauración, tanto de las demás personas como la propia, y si es necesario callar, pues bien, siempre será mejor que hablar más de la cuenta. Efesios 4:29 advierte, “Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes.” Mientras que, Mateo 5:22 aconseja, “Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego.” Santiago 1:19 concluye, “Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse”.
El Señor Jesucristo vino a este mundo para reconciliarnos con Dios, entonces; ¿Podemos deducir que la reconciliación tras una relación quebrada es necesaria para nuestra vida?, la respuesta es ¡SI!, porque un conflicto sin solución se transforma en un círculo vicioso, porque los seres humanos somos por naturaleza resentidos, vengativos y rencorosos, y evidentemente se hace difícil para cualquier bando tomar la iniciativa y dar un paso atrás en sus deseos para de cierta forma rendirse ante el otro. La única manera de tener paz es buscarla, y la única manera de hallar reconciliación es seguirla. Si una persona se considera a sí misma como cristiana, debe ser capaz de pedir perdón y sobre todo ser capaz de perdonar.
Dificultades en la Convivencia
La convivencia entre los seres humanos no es fácil, una montaña rusa la puede describir de manera perfecta, porque tiene altos y bajos, cambios de velocidad repentinos y bruscos, se vuelve áspera y seca, y rápidamente suave y fresca. Somos muy distintos en todo, y las distintas experiencias de vida nos endurecen o nos ablandan, una palabra mal dicha, una mirada fuera de lugar e incluso un gesto mal interpretado puede encender una gran hoguera y un gran conflicto. Cada hermano en Cristo debe tratar por todos los medios de refrenar estas malas actitudes descritas, no necesariamente por el bien del otro, lo cual es importante, sino también para agradar dulcemente a nuestro Padre.
La Influencia del Espíritu Santo
El Señor Jesucristo no nos ha dejado solos, pues nos ha dejado al Espíritu Santo. En Juan 14:26 anuncia, “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.” Y en Juan 16:13-15 da Consuelo, “Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. Él me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber. Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber.
Un cristiano que no se deja influenciar por el Espíritu Santo no podrá llegar a ser un pacificador, porque es necesario que su corazón haya sido restaurado para actuar como lo haría Cristo, como lo haría un hijo de Dios. Colosenses 3:12-14 vuelve a advertir, “ Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto.” … Una actitud pacificadora no es solo un comportamiento momentáneo o circunstancial, sino que se transforma en una forma de vivir y más aún, se transforma en parte esencial en la forma de vida de un cristiano.” (García, 14 de febrero de 2023)
Referencias Bibliográficas
- García, R. (14 de febrero de 2023). Necesidad de Reconciliación. Instituto Bíblico Logos Online, Universidad Cristiana Logos. Resumen del Texto de Estudio del Curso 6 – IPTH408 Conflictos en la Iglesia-
- Apuntes del Profesor José Juan Sosa Morales