Una Visión Bíblica del Conflicto

Una Visión Bíblica del Conflicto

Muchos de los problemas asociados con las respuestas de escape y ataque al conflicto pueden evitarse si usted aprende a mirar y responder al conflicto de una forma bíblica. En su Palabra, Dios ha explicado por qué ocurren los conflictos y cómo deberíamos tratarlos. Cuanto más entendamos y obedezcamos lo que Él enseña, más eficaces seremos a la hora de resolver desacuerdos con otras personas. A continuación, damos algunos de los principios básicos detrás de una visión bíblica del conflicto. 

Comencemos nuestra discusión definiendo el conflicto como una diferencia de opinión o propósito que frustra las metas o deseos de una persona. Esta definición es lo suficientemente amplia como para incluir variaciones de gusto inocuas, como un cónyuge que prefiere pasar las vacaciones en las montañas mientras el otro prefiere la costa, así como discusiones hostiles, como peleas, rencillas, demandas legales o divisiones de iglesias. 

Hay cuatro causas principales de conflicto. Algunas disputas surgen por malentendidos producto de la mala comunicación (ver Josué 22:10-34). Las diferencias de valores, metas, dones, llamados, prioridades, expectativas, intereses u opiniones también pueden llevar al conflicto (ver Hechos 15:39; 1 Corintios 12:12-31). La competencia por recursos limitados, como tiempo o dinero, es una fuente frecuente de disputas en familias, iglesias y empresas (ver Génesis 13:1-12). Y, como veremos a continuación, muchos conflictos son causados o agravados por actitudes y hábitos pecaminosos que conducen a palabras y acciones pecaminosas (ver Santiago 4:1, 2). 

Sin embargo, el conflicto no es necesariamente malo. De hecho, la Biblia enseña que algunas diferencias son naturales y beneficiosas. Dado que Dios nos ha creado como individuos únicos, los seres humanos a menudo tendrán opiniones, convicciones, deseos, perspectivas y prioridades distintas. Muchas de esas diferencias no son inherentemente buenas o malas; son simplemente producto de la diversidad y las preferencias personales que Dios nos ha dado (ver 1 Corintios 12:21-31). Manejados correctamente, los desacuerdos en estas áreas pueden estimular un diálogo productivo, alentar la creatividad, promover cambios útiles y, en general, hacer la vida más interesante. Por lo tanto, si bien debemos buscar la unidad en nuestras relaciones, no debemos exigir uniformidad (ver Efesios 4:1-13). En vez de evitar todos los conflictos o exigir que los demás siempre estén de acuerdo con nosotros, debemos regocijarnos en la diversidad de la creación de Dios y aprender a aceptar a personas que simplemente ven las cosas de forma diferente a la nuestra y trabajar con ellas (ver Romanos 15:7; comparar con 14:1-13). 

Sin embargo, no todos los conflictos son neutros o beneficiosos. La Biblia enseña que muchos desacuerdos son el resultado directo de nuestras actitudes y comportamientos pecaminosos. Como nos dice Santiago 4:1, 2: “¿De dónde surgen las guerras y los conflictos entre ustedes? ¿No es precisamente de las pasiones que luchan dentro de ustedes mismos? Desean algo y no lo consiguen. Matan y sienten envidia, y no pueden obtener lo que quieren. Riñen y se hacen la guerra…” Cuando un conflicto es producto de deseos o acciones pecaminosos que son demasiado serios como para pasar por alto, debemos evitar la tentación de escapar o atacar. En cambio, necesitamos seguir una de las respuestas de paz al conflicto, que puede ayudarnos a llegar a la raíz del conflicto y restablecer la paz genuina. 

Lo que es más importante, la Biblia enseña que no debemos ver el conflicto como un inconveniente ni como una oportunidad para forzar nuestra voluntad sobre otros, sino como una ocasión para demostrar el amor y el poder de Dios en nuestra vida. Es lo que Pablo dijo a los cristianos de Corinto, cuando había disputas religiosas, legales y dietéticas que amenazaban con dividir su iglesia: En conclusión, ya sea que coman o beban o hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios. No hagan tropezar a nadie, ni a judíos, ni a gentiles ni a la iglesia de Dios. Hagan como yo, que procuro agradar a todos en todo. No busco mis propios intereses sino los de los demás, para que sean salvos. Imítenme a mí, como yo imito a Cristo. 1 Corintios 10:31–11:1 

Este pasaje presenta una visión radical del conflicto: Nos alienta a verlo como una oportunidad para glorificar a Dios, servir a otros y llegar a ser como Cristo. Esta perspectiva podrá parecer ingenua y poco práctica a primera vista, especialmente para alguien que está actualmente enredado en una disputa. Sin embargo, como verá, esta visión puede inspirar respuestas asombrosamente prácticas ante un conflicto.” (Sande, 2006, pp. 22-24)

 

Referencias Bibliográficas

  • Sande, K. (2006). Pacificadores. Peacemaker Ministries.
  • Apuntes del Profesor José Juan Sosa Morales.

 

Autor: José Juan Morales Sosa

administrator

Related Articles

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *