Según la leyenda, se origina durante el imperio romano en honor a Lupercus cuyo nombre se deriva de lupus (lobo) animal que representa al dios fauno, esta fiesta se celebraba entre el 13 y 15 de febrero de cada año y se caracterizaba por su alto grado de obscenidad, lascivia y perversión, y donde se practicaba toda clase de aberraciones sexuales.
Existe otra versión que se origina en el siglo lll, bajo el gobierno del emperador Claudio ll, quien prohibió que los hombres jóvenes se casaran para que pudieran alistarse de manera permanente en el ejército, pero ante esta prohibición un joven sacerdote llamado Valentín se opuso radicalmente y decidió celebrar matrimonios en secreto entre parejas jóvenes, y de paso los invitaba a la conversión al cristianismo. En el año 269 después de haber sido apresado, murió lapidado y decapitado. Más tarde la iglesia católica declaró el día 14 de febrero, como el día de los enamorados, ya que en este día se conmemora su muerte.
Entre sus principales símbolos está el famoso cupido, cuya imagen es representada por un niño con alas y un arco con flechas atravesando dos corazones, este personaje es también conocido como el dios eros, hijo de afrodita la diosa del amor, la belleza y la fertilidad; para los romanos es el dios del amor, hijo de venus y de Marte, el dios de la guerra.
Otro símbolo es el corazón de color rojo, el cual se ha convertido en el símbolo más representativo de esta festividad ya que es relacionado con el romanticismo y lo vemos adornando cajas de chocolates, tarjetas e infinidad de regalos.
Entre los siglos XIX y XX, esta celebración traspasó casi todas las fronteras geográficas y culturales impregnando la mente de enamorados y desde entonces miles de parejas quieren expresar sentimientos mediante palabras, cartas, tarjetas, flores y regalos Tristemente, muchas personas aprovechan esta gran oferta de consumismo para dar rienda suelta al libertinaje y a sus bajas pasiones, sin importar si es una pareja del mismo sexo o prohibida.
Según el Grup Món de Cataluña esta fecha también es denominada como el día del amante o el día del infiel.
Según un estudio de Bankinter consumer finance, señala que <<los españoles gastan alrededor de 63 mil euros y el uso de tarjetas de crédito para pagar flores, tarjetas y perfumería de lujo supera el 105%.>>
Según la Federación Nacional de comercio de los Estados Unidos, <<se calcula que en este día los estadounidenses gastan alrededor de $ 26,000 millones de dólares en regalos >>
Como podemos ver lo que era una celebración de amor eterno entre enamorados, hoy día, esta celebración se ha convertido en un millonario negocio, un gran mercader de bajas pasiones, palabras vacías, despilfarro de dinero, clandestinidad y mentes enceguecidas por la lujuria y lo prohibido, la gran mayoría son absorbidos por esta gran ola comercial y social donde abunda toda clase de sentimientos y emociones.
Analizando este gran engaño colectivo, me pregunto: ¿Los cristianos debemos unirnos a esta celebración?
Desde mi punto de vista, creo que existen otras fechas especiales para celebrar, porque cuando existe verdadero amor, el tenerse el uno al otro debe convertirse en la máxima satisfacción, cada día debe ser un día de auténtica celebración donde no exista nada más que la unidad y el anhelo de poder expresar el amor con toda libertad. El amor genuino no necesita de una fecha especial para decir: ¡Te amo!
El verdadero amor no está compuesto de palabras ni regalos, sino que está construido sobre fundamentos morales como fidelidad, respeto, honestidad, perdón, tolerancia, paciencia, bondad, humildad y compasión.
El amor verdadero se origina en Dios y no se limita a circunstancias o sentimientos, simplemente decide amar a la otra persona a pesar de sus debilidades y defectos.
La Biblia enseña la plenitud del amor, y ponerlo en práctica es el mejor regalo que podemos expresar a nuestros seres amados cada instante de vida que Dios nos permita compartir junto a ellos.
1 Corintios 13: 4-8 << El amor es paciente, es bondadoso. El amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no es arrogante. No se porta indecorosamente; no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal recibido. El amor no se regocija de la injusticia, sino que se alegra con la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser.>>
Cuando tenemos a Dios que es la fuente del amor verdadero, no tenemos necesidad de dejarnos seducir por la corriente que ofrece el mundo, la Biblia nos enseña a diferenciar entre el bien y el mal, y cada cual decide en su corazón si obedece a Dios o decide dejarse llevar por lo que el mundo ofrece. Recordemos que el amor de Dios es el único amor verdadero que satisface el alma y el espíritu, y el único amor que perdura para siempre.
Por Doris Moreno
Egresada Logos consejería