El apóstol Pablo es una figura central en la historia del cristianismo, conocido por sus viajes misioneros y sus epístolas que forman una parte significativa del Nuevo Testamento. Sin embargo, lo que a menudo se pasa por alto es el papel crucial que jugaron las mujeres en su ministerio. Estas mujeres no solo fueron seguidoras de Jesús, sino también líderes, maestras y colaboradoras esenciales en la expansión del cristianismo primitivo. Veamos algunas de ellas:
Priscila: Maestra y Misionera
Priscila, junto con su esposo Aquila, es mencionada en varias ocasiones en los escritos de Pablo. Ella es un ejemplo destacado de liderazgo femenino en la iglesia primitiva. En Hechos 18, Priscila y Aquila son descritos como colaboradores de Pablo y maestros de Apolos, un predicador elocuente pero con conocimiento limitado sobre Jesús. La inclusión de Priscila en esta tarea didáctica es significativa, ya que muestra su autoridad y conocimiento en asuntos teológicos.
Febe: Diaconisa y Patrocinadora
Febe es descrita por Pablo en Romanos 16:1-2 como una «diaconisa» de la iglesia de Cencrea. Su rol como diaconisa indica que tenía responsabilidades significativas en la iglesia, posiblemente incluyendo la enseñanza y la dirección de la comunidad. Se sugiere que Febe era una mujer de recursos que apoyaba financieramente la misión.
Junia: Líder Notable
En Romanos 16:7, Pablo saluda a Andrónico y Junia, a quienes describe como «destacados entre los apóstoles». El hecho de que Junia sea reconocida como líder de la iglesia es extraordinario, e indica que tenía un papel fundamental en la fundación de la misma.
Evodia y Síntique: Compañeras de Lucha
En Filipenses 4:2-3, Pablo hace un llamado a la reconciliación entre Evodia y Síntique, dos mujeres que habían trabajado junto a él en la difusión del evangelio. Aunque no se detallan sus roles específicos, es evidente que ambas eran figuras importantes en la iglesia de Filipos y que habían colaborado estrechamente con Pablo en su ministerio.
Reconocimiento y Respeto
Estos ejemplos muestran que las mujeres desempeñaron roles fundamentales en el ministerio de Pablo. A pesar de las restricciones culturales de la época, Pablo reconoció y respetó la contribución de las mujeres en la iglesia. Su colaboración con ellas demuestra que el trabajo en el Reino de Dios trasciende las barreras de género, y que en Cristo, «no hay judío ni griego, no hay esclavo ni libre, no hay varón ni mujer» (Gálatas 3:28).
Conclusión
Es esencial reconocer y valorar el rol de la mujer en la historia del cristianismo y en la sociedad actual. Las mujeres, como colaboradoras esenciales en el ministerio de Pablo, demostraron que su contribución va más allá de las barreras culturales y de género. En Cristo, todos somos iguales y cada uno tiene un papel único y valioso en la expansión del Reino de Dios.
Mientras celebramos el papel vital de las mujeres, también reconocemos la importancia del equilibrio y el respeto mutuo en todas nuestras relaciones. El cristianismo no sólo reivindicó el papel de la mujer en la historia, sino que también estableció un modelo de sano sometimiento y liderazgo, donde hombres y mujeres trabajan juntos, honrando sus roles únicos y complementarios.
Por eso invitamos a todos, independientemente de nuestro género, a valorar y apoyar el papel de cada individuo en la iglesia y en la sociedad. Que podamos hacerlo no buscando menospreciar a los demás, sino elevando y honrando a cada uno según el diseño y propósito divinos. En este reconocimiento y colaboración mutua, glorificamos a Dios y avanzamos hacia una comunidad más justa y amorosa.
“Porque todos sois uno en Cristo Jesús” (Gálatas 3:28).
Por María del Pilar Salazar
Decana Académica
Univ. Logos
Universidad Cristiana Logos: https://www.logos.university/