En tiempos pasados, la tarde se llenaba con juegos simples como un balón, una bicicleta, un trompo, unos tazos, o un monopatín. Sin embargo, el problema sigue siendo el mismo: la adicción al entretenimiento.
Hoy en día, los videojuegos, los dispositivos electrónicos con aplicaciones y las redes sociales predominan. Pero el resultado es idéntico: la gente se sumerge en el entretenimiento.
Tal es la magnitud de esta tendencia que me imagino que pronto se enseñará en las escuelas que los teléfonos solían utilizarse para hacer llamadas telefónicas. Y no te preocupes, esa clase se impartirá a través de la pantalla del móvil.
Entre las responsabilidades diarias y la creciente necesidad de entretenimiento, nos vemos obligados a establecer prioridades, ya que el día solo tiene 24 horas. A menudo, no elegimos sabiamente y descuidamos lo verdaderamente importante. No me refiero a que los niños ya no se reúnan para jugar como antes, sino que cada uno se queda en casa y juega en línea con sus amigos a través de Wi-Fi. Es cierto que estamos más interconectados que nunca, pero a veces terminamos más aislados.
Saturamos nuestras agendas y nos distraemos tanto que el dicho «no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy» ha sido reemplazado por «hoy no, mañana». Pero como todos sabemos, «el mañana nunca llega». Y esto tiene serias implicaciones espirituales. Estamos tan ocupados y distraídos que nuestra negligencia pasa desapercibida por ahora, pero no será así para siempre, porque el mañana llegará, quieras o no.
Antes de que llegue ese momento, consideremos estos versículos breves que no te robarán mucho tiempo:
“Buscad a Dios mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano” (Isaías 55:6).
“Escuchad y oíd; no os envanezcáis, pues Dios ha hablado. Dad gloria al Señor Dios vuestro, antes que haga venir tinieblas, y antes que vuestros pies tropiecen en montes de oscuridad, y esperéis luz, y os la vuelva en sombra de muerte y tinieblas” (Jeremías 13:15-16).
Tu balón o tu dispositivo electrónico no son malos en sí mismos. Espiritualmente, tienen un valor neutro. Lo peligroso es que puedes distraerte tanto con ellos que terminas ignorando a quien realmente está tratando de captar tu atención. Si no rompes esa dinámica, corres el riesgo de que, cuando te hagan la autopsia, el diagnóstico sea muerte por entretenimiento. Sería verdaderamente necio sacrificar tu eternidad en el altar de tu tiempo frente a la pantalla.
“Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones” (Hebreos 3:7-8).
Reflexiona sobre en qué gastas tu dinero y cuánto tiempo has dedicado al entretenimiento. Esto revelará claramente dónde están tus prioridades en la práctica, por mucho que afirmes lo contrario. Los días siguen teniendo 24 horas, y tuviste tiempo suficiente para dedicarte a esas cosas. Ahora te pregunto: ¿Cuánto tiempo le dedicaste a Dios esta semana? Considera esta realidad a lo largo de toda tu vida. Sería sumamente triste darte cuenta en el Juicio Final de que ni siquiera le dedicaste un momento para estar en comunión con Dios.
En ese momento, no podrás decir “hoy no, mañana”. Para entonces, sabrás que el mañana ha llegado. Y si eres sabio, recuerda el refrán: “No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”.
https://youtu.be/bN3vGFdRnI8?si=dZBFg8jdHmKO01oC
Andrés Díaz Russell
Coordinador del programa
«ALGO DIOS VA A HACER»
Youtube: https://youtube.com/@algoDiosvaahacer