Es cierto: tendemos a trazar nuestro propio camino, pero cuando deseamos estar con Dios, debemos prepararnos porque Él puede colorear fuera de los límites que hemos establecido.
Por ejemplo, solemos decir: «Voy a ser una buena persona, voy a ayudar a las causas benéficas que me interesan, voy a hacer esto, aquello y lo otro para poder estar con Dios.» Dibujamos un mapa con destino al cielo, esperando avanzar por nuestro camino y encontrarnos en la presencia de Dios, mientras evitamos el destino reservado para quienes obran mal.
Sin embargo, es crucial darnos cuenta antes de emprender nuestro camino hacia Dios que nuestras líneas no nos llevan a Él. Consideremos el pasaje de Mateo 19:16-20:
“Entonces vino uno y le dijo: Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna? Y él le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino uno: Dios. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos. Le dijo: ¿Cuáles? Y Jesús dijo: No matarás. No adulterarás. No hurtarás. No dirás falso testimonio. Honra a tu padre y a tu madre; y amarás a tu prójimo como a ti mismo. El joven le dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta?” (Reina-Valera 1960).
Este joven había trazado sus líneas y se había mantenido dentro de esos límites, o al menos así lo pensaba. Sus líneas incluían el cumplimiento de los mandamientos. Era una persona moral, con buenas intenciones y que verdaderamente buscaba a Dios. Además, acudió a Cristo, pensando que todo estaba bien. ¿No se le abrirían las puertas del cielo?
Pero no fue así. A pesar de su aparente cumplimiento de las reglas, hizo una pregunta crucial: “¿Qué más me falta?” Esta pregunta revela que, aunque era moral y correcto, no era salvo. Su motivación para acudir a Cristo era precisamente esa: “¿Qué bien haré para tener la vida eterna?”
Puedes leer el resto del pasaje en tu Biblia, pero en resumen, Cristo coloreó fuera de las líneas que el joven había dibujado y él no lo aceptó. Quería llegar al destino correcto, se esforzaba por hacerlo todo bien, pero no alcanzó el objetivo que deseaba. ¿Por qué? Porque no siguió las instrucciones de Jesús y se alejó de quien podía salvarle.
“En ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12, Reina-Valera 1960).
Tal vez tú también hayas dibujado tus propias líneas para llegar a Dios, pero es importante entender que la única forma de entrar al cielo no es a través de tus buenas obras, sino porque Cristo ya ha abierto la puerta para que entres. No se trata de si lo mereces, sino de que Él ya ha trazado el camino para que llegues al destino que deseas. Esto implica desechar tu propio mapa y seguir el que Él ha diseñado y coloreado:
“Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6, Reina-Valera 1960).
No se trata de lo que tú debes hacer para alcanzar el Reino de Dios, sino de lo que Cristo ya ha hecho para que puedas entrar a Su presencia, perdonado de tus pecados. Jesús te invita:
“Nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos, pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio” (2 Timoteo 1:9-10, Reina-Valera 1960).
Tiro Con Arco: https://youtu.be/4Kx3bvDi4ZM
Andrés Díaz Russell
Coordinador del programa
«ALGO DIOS VA A HACER»
Youtube: https://youtube.com/@algoDiosvaahacer