El Cuidado y la Consejería Infantil: Un Llamado a Proteger y Guiar

El Cuidado y la Consejería Infantil: Un Llamado a Proteger y Guiar

En el mundo actual, la necesidad de ofrecer consejería efectiva y sensible a los niños es más relevante que nunca. Los niños, en su fragilidad y vulnerabilidad, dependen de la protección y guía de aquellos que los rodean. Sin embargo, lamentablemente, el abuso, tanto físico como emocional, es una realidad que muchas veces se pasa por alto en contextos cercanos a los niños, incluyendo dentro de sus hogares o círculos familiares. Por ello, es crucial reflexionar sobre el cuidado que debemos brindar a los más pequeños, no solo en el ámbito físico, sino también en su bienestar emocional y espiritual.

El llamado bíblico a proteger a los inocentes

La Escritura nos recuerda continuamente la importancia de proteger a los inocentes. Jesús, en particular, mostró una profunda preocupación por los niños, enseñándonos con su ejemplo cómo deberíamos tratarlos. En el Evangelio de Mateo, encontramos un pasaje significativo:

«Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos» (Mateo 19:14, RV1960).

Este versículo revela el corazón de Jesús hacia los niños: Él los valoraba, los protegía y los invitaba a acercarse a Él. No solo los consideraba parte del reino de los cielos, sino que también les daba el lugar y el respeto que merecían en la sociedad. Al reflexionar sobre esto, podemos ver que el cuidado de los niños no solo es una cuestión física, sino también espiritual, ya que son una parte fundamental del propósito de Dios.

El abuso infantil y la responsabilidad de los adultos

Lamentablemente, el abuso infantil sigue siendo una realidad alarmante en muchos contextos. Las personas cercanas a los niños, como familiares o amigos de la familia, tienen una gran influencia en su vida y bienestar. Sin embargo, algunas veces esa cercanía se convierte en una oportunidad para el abuso, ya sea físico, emocional o sexual. La Biblia es clara en su llamado a velar por la protección de los vulnerables, y esto incluye a los niños.

El proverbio nos enseña que debemos ser diligentes en nuestra responsabilidad sobre el cuidado de los más pequeños:

«El que maltrata a su siervo, maltrata a su dueño; el que oprime a su criado, perjudica a su Señor» (Proverbios 30:10, RV1960).

Aunque este versículo habla específicamente de los siervos, su principio subraya la gravedad del abuso de poder y la opresión. El maltrato a los niños no solo es un pecado contra ellos, sino también contra Dios, quien los ha creado y los ha confiado a los adultos para su cuidado y protección.

La importancia de un acompañamiento saludable y amoroso

El abuso infantil puede dejar cicatrices profundas en el corazón de un niño, no solo a nivel físico, sino también emocional y espiritual. El acompañamiento amoroso, basado en principios bíblicos, es esencial para sanar esas heridas. Un niño necesita crecer en un entorno donde se le respete, se le ame y se le ayude a entender su valor ante los ojos de Dios. Es por esto que la consejería infantil, fundamentada en principios cristianos, juega un papel fundamental en la sanidad y restauración de los niños afectados por abuso.

La Escritura nos recuerda que los padres y cuidadores tienen la responsabilidad de educar a los niños en el amor y la disciplina de Dios:

«Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor» (Efesios 6:4, RV1960).

Este versículo es un llamado a la paciencia, la sabiduría y la gracia al criar a los niños. La disciplina no debe ser un medio para causar dolor o sufrimiento, sino una forma de enseñar el camino correcto con amor y respeto. El propósito es guiar a los niños en la verdad, ayudándoles a comprender su identidad en Cristo y la importancia de vivir de acuerdo con Sus enseñanzas.

Consejería para sanar: La restauración y la esperanza en Cristo

La consejería infantil en casos de abuso debe ser llevada con cuidado, sensibilidad y compasión. Los niños que han sido víctimas de abuso a menudo experimentan sentimientos de inseguridad, culpa y rechazo. Necesitan ser escuchados y comprendidos, y más aún, necesitan ser dirigidos hacia la sanidad que solo Cristo puede ofrecer. A través de la consejería, podemos ayudar a los niños a comprender que no son culpables de lo que les ha sucedido y que, en Cristo, pueden encontrar restauración y un nuevo comienzo.

En 2 Corintios, Pablo nos recuerda el poder sanador de la gracia de Dios:

«Por lo cual, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo» (2 Corintios 12:9, RV1960).

Este versículo refleja cómo Dios usa nuestras debilidades, traumas y sufrimientos para traer su poder redentor. En la consejería infantil, debemos ayudar a los niños a entender que, aunque puedan estar heridos, no están definidos por su sufrimiento. Cristo ofrece la sanidad y la restauración, trayendo esperanza en medio de la oscuridad.

La importancia de la comunidad en la protección de los niños

Además del cuidado individual de los niños, la comunidad cristiana también juega un papel vital en su protección. La iglesia debe ser un lugar seguro donde los niños puedan crecer, aprender y sentirse valorados. Esto requiere que toda la congregación trabaje junta para asegurarse de que los niños sean tratados con amor y respeto, y que cualquier señal de abuso se aborde con seriedad y rapidez.

El apóstol Pablo nos exhorta a cuidarnos unos a otros, especialmente a los más vulnerables:

«Así que, no hagamos nada por contienda o por vanagloria, antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo» (Filipenses 2:3, RV1960).

Este principio de humildad y respeto hacia los demás, especialmente hacia los niños, debe ser la base de toda comunidad cristiana. Al crear una atmósfera de amor, respeto y cuidado, podemos garantizar que los niños estén protegidos y que su bienestar, tanto físico como emocional, sea siempre una prioridad.

Conclusión: El llamado a proteger y sanar

La Biblia nos llama a ser protectores y guías para los más pequeños, para que puedan crecer en un ambiente de amor, seguridad y verdad. La consejería infantil, al basarse en principios bíblicos, puede ofrecer la sanidad que tanto necesitan aquellos que han sido víctimas de abuso, ayudándoles a encontrar en Cristo el poder para restaurarse y comenzar de nuevo. Es responsabilidad de cada miembro de la comunidad cristiana velar por el bienestar de los niños, asegurándose de que puedan vivir y crecer de acuerdo con los propósitos que Dios tiene para ellos.

Como iglesia y comunidad, debemos comprometernos a ser vigilantes, amorosos y compasivos, brindando la protección, la enseñanza y el cuidado que los niños necesitan para alcanzar su pleno potencial en Cristo.

 

Por María del Pilar Salazar

Decana Académica 

Univ. Logos

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