La consejería cristiana tiene como base el amor, la empatía y la guía basada en la Palabra de Dios. Dentro de este proceso, la escucha activa es una herramienta fundamental que permite comprender a profundidad las necesidades del aconsejado y brindar un acompañamiento adecuado. Sin una verdadera disposición a escuchar, la consejería se convierte en un monólogo sin impacto real en la vida de la persona que busca ayuda.
¿Qué es la escucha activa?
La escucha activa es más que oír palabras; implica una atención plena a lo que el otro expresa, tanto verbal como no verbalmente. No se trata solo de esperar el turno para hablar, sino de asimilar el mensaje con empatía y sin interrupciones. La escucha activa involucra concentración, gestos que demuestren interés, reformulación de lo dicho para asegurar comprensión y respuestas que reflejen una verdadera conexión con la persona.
¿Qué implica la escucha activa?
Escuchar activamente en consejería cristiana implica varios elementos clave:
- Atención total: El consejero debe enfocarse completamente en la persona, evitando distracciones y mostrando interés genuino.
- Empatía: Identificarse con el dolor o la situación del aconsejado sin apresurarse a emitir juicios.
- Clarificación: Reformular o preguntar para asegurar que se comprende correctamente lo expresado.
- Lenguaje corporal: Un contacto visual adecuado, asentimientos y expresiones faciales apropiadas refuerzan la conexión con el aconsejado.
- Paciencia y silencio intencional: No apresurar las respuestas ni interrumpir, permitiendo que la persona exprese sus pensamientos completamente.
La escucha activa en la Biblia
Las Escrituras nos muestran que Dios mismo es un oyente atento y nos llama a escuchar con sabiduría. En Proverbios 18:13 se advierte: “Al que responde palabra antes de oír, le es fatuidad y oprobio” (RV1960). Esta exhortación nos recuerda que contestar sin haber escuchado completamente puede llevar a respuestas equivocadas y dañinas.
Jesús es el mayor ejemplo de escucha activa. En su ministerio, no solo hablaba, sino que prestaba atención a cada individuo. En Marcos 10:51, cuando Bartimeo el ciego clamó a Él, Jesús no asumió lo que necesitaba, sino que preguntó: “¿Qué quieres que te haga?” (RV1960). Este acto demuestra que la escucha activa implica validar la voz del otro y no dar por sentado sus necesidades.
Santiago también enfatiza la importancia de escuchar con paciencia: “Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse” (Santiago 1:19, RV1960). En consejería, la tendencia a hablar más que escuchar puede impedir una ayuda efectiva.
Vital en la consejería cristiana
La consejería cristiana no es solo impartir conocimiento bíblico, sino guiar con amor y sabiduría. Un consejero que no escucha activamente puede malinterpretar la situación del aconsejado y ofrecer respuestas desconectadas de la verdadera necesidad.
Cuando una persona busca consejería, muchas veces lo que más necesita es sentirse comprendida y acogida. Un consejo basado en la Palabra es poderoso, pero si no se escucha activamente, se corre el riesgo de dar respuestas generales sin atender la realidad específica de la persona.
Jesús mostró que la escucha activa no solo ayuda a comprender mejor, sino que también dignifica a quien es escuchado. En la historia de la mujer con flujo de sangre, aunque ella tocó su manto en secreto, Él se detuvo y le dio la oportunidad de expresarse: “Entonces la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en ella había sido hecho, vino y se postró delante de él y le dijo toda la verdad” (Marcos 5:33, RV1960). Jesús sabía lo que había sucedido, pero permitió que ella hablara, mostrándole que su voz era valiosa.
Aplicaciones prácticas para la consejería
- Dedicar tiempo de calidad: No apresurar la conversación ni minimizar los sentimientos del aconsejado.
- Evitar interrupciones: Permitir que la persona hable sin sentirse presionada.
- Pedir aclaraciones cuando sea necesario: Reformular lo que se ha escuchado para confirmar que se ha comprendido correctamente.
- Validar los sentimientos del otro: Mostrar comprensión y empatía sin apresurarse a dar soluciones.
- Orar por discernimiento: Pedir a Dios dirección para escuchar con sabiduría y responder con verdad y amor.
La escucha activa es una habilidad indispensable en la consejería cristiana. Más que solo recibir información, implica conectar con el aconsejado de manera genuina, reflejando el amor de Dios y la compasión de Cristo. Si se aplica con fidelidad, se convierte en un instrumento poderoso para la sanidad y restauración del alma.
Por María del Pilar Salazar
Decana Académica
Univ. Logos
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