Sanidad (Grupos pequeños, grandes bendiciones)

Sanidad (Grupos pequeños, grandes bendiciones)

Elier Hermandez


Todos tenemos un llamado de Dios. Nuestras vidas tienen propósitos divinos que debemos cumplir: en la familia, en los trabajos o negocios, en la iglesia y en ministerios que Dios forma en nosotros. Cada hombre tiene un llamado de Dios para cumplir la gran comisión de llevar el evangelio a toda criatura. Nuestra iglesia es una iglesia de influencia y a través de la Palabra, el discipulado y la escuela de ministerio y liderazgo, queremos equipar a los miembros  para que cumplan su llamado y sean parte integral de lo que Dios está haciendo hoy. Pero hace un año que nos dimos cuenta que la Iglesia estaba creciendo mucho y que necesitábamos formar grupos pequeños para poder desarrollar el potencial que Dios ha puesto en cada hermano y hermana en Cristo.

En el ministerio de grupos pequeños, puede haber una gran variedad. Sin embargo, los más comunes son los grupos heterogéneos, es decir, existe diversidad entre los miembros del grupo, y los homogéneos, los cuales están conformados por personas con trasfondos y características similares. El concepto de los grupos homogéneos es sencillo: es mucho más probable que los universitarios se lleven bien con otros universitarios, las personas solteras con otras personas solteras, y los constructores con otros constructores. Pero seamos honestos: desarrollar un grupo unido, incluso entre personas homogéneas, puede ser una tarea difícil. En nuestra  iglesia, intentamos ir un paso más allá. Creemos que incluso entre las personas que son parecidas, algunas, en forma natural, sienten cierta atracción por otras personas. Así que desarrollamos un tercer grupo pequeño: el grupo de la afinidad. Las personas pueden o no ser iguales en términos de edad, profesión, o estatus social, pero a la hora de formar nuestros grupos pequeños buscamos unirnos a aquellas personas con las que en forma natural deseamos pasar un tiempo junto. En otras palabras, personas que nos agradan. Creemos que solamente la afinidad verdadera producto de un lazo o «química» natural lleva a la cohesión. Las personas simplemente no se sienten motivadas a unirse con personas con las que no disfrutan su compañía. Pueden trabajar juntos en paz pero no tienen la relación dinámica que los verdaderos amigos tienen. Hemos descubierto que es más probable que un grupo basado en la afinidad se mantenga unido por años. Un grupo formado arbitraria o artificialmente, por el contrario, a menudo colapsa después de unos cuantos meses. Nuestro compromiso con el principio de afinidad significa que mantenemos constantes «entrevistas de colocación» con aquellas personas que desean unirse a algún grupo pequeño. Un miembro del equipo se reúne con varias personas para conocerlas. Por ejemplo, conversan acerca de lo que hacen para vivir. Por ejemplo, un maestro de obras tal vez no tenga mucha afinidad con un neurocirujano; podrían pensar diferente y disfrutar de distintos intereses. A pesar de que podrían vivir en la misma comunidad y tener hijos de la misma edad —lo cual los hace homogéneos en algunos aspectos existe la posibilidad de que no sean compatibles. La reunión de colocación también determina factores como cuánto tiempo llevan de ser cristianos, la madurez espiritual y su motivación para involucrarse en un grupo pequeño. A partir de eso es que desarrollamos ciertas ideas acerca de donde podríamos colocarlos. La persona encargada de estas entrevistas comparte la información con los líderes apropiados, asociando los candidatos con los probables grupos. Por ejemplo, a un líder se le dan los nombres de tres parejas que, basado en las entrevistas de grupo, podrían llevarse bien. El líder del grupo se reúne con los posibles miembros y trabaja a través de una lista establecida de preguntas. El líder entonces informa nuevamente al equipo acerca de los candidatos con los que le gustaría formar un grupo. La clave es dejar que el líder del grupo tome la decisión acerca de a quienes desea invitar al grupo pequeño. Si las personas se agradan mutuamente, se quedarán juntas. Pero si no, usted puede tener una gran hoja de vida y excelentes líderes, pero el grupo pequeño no funcionará. Pero ¿qué ocurre con las personas que nadie escoge? Eso puede ser un problema con este método. En algunos casos nuestro equipo ha tenido que decirles a las personas que no pueden colocarlas inmediatamente. El equipo, sin embargo, se compromete a continuar buscándoles un líder. Al mismo tiempo, animan a los candidatos a sacarle provecho a otros ministerios de la iglesia para que así desarrollen relaciones significativas. Tal vez sea algo difícil decirles a las personas eso. Sin embargo, tratamos de preparar a nuestra gente avisándoles con anterioridad que realizar la colocación apropiada puede tomar de tres a seis meses o incluso hasta más tiempo. La mayoría está dispuesta a esperar. Después de todo, un grupo pequeño tiene el potencial de tener un impacto monumental. Las personas esperarán por el grupo idóneo. Incluso con aquellos que son un poco excéntricos, a menudo podemos encontrar líderes que son igualmente excéntricos, y el grupo funciona bien.

Queremos que nuestros grupos pequeños tengan éxito. Por eso es que somos tan cuidadosos acerca del procedimiento de colocación. Creemos que no haremos discípulos a menos que el líder quiera pasar tiempo con ellos. Cuando se les permite a los líderes escoger sus propios miembros, ellos realizarán un mejor trabajo, se sentirán más positivos con la experiencia, y se sentirán más motivados para servir de nuevo. El pastor de los grupos pequeños  dice que la pirámide organizativa debería invertirse para que los líderes de arriba sirvan a los miembros de la congregación, quienes a su vez impactan el mundo a su alrededor. Sentimos que si suplimos las necesidades de nuestros líderes de grupos pequeños, supliremos las necesidades de otros. Si, por el contrario, agotamos a nuestros líderes con un ajuste ministerial poco natural, no se servirá a nadie. Sin importar qué tanto apoyo les demos a nuestros líderes, es qué tan fructíferos ellos se sientan lo que determina su motivación a seguir sirviendo. De acuerdo a mi experiencia, El potencial grupos pequeños es precisamente la sanidad integral de la iglesia, ya que a través de ellos, se tiene un contacto más íntimo con la congregación y así conocer sus necesidades y por ende buscar la ayuda necesaria para cada caso.

Las necesidades básicas de la comunidad: por lo general existe un vacío muy grande de poder compartir sus problemas emocionales, espirituales y físicas con alguien más que no sea su propia familia, esto obedece a que el ambiente y el sistema de vida,  es sumamente absorbente y exigente en producir para sobrevivir y no tener el espacio si quiera para pensar en sus propias necesidades. De ahí surgen los descuidos en la salud, familia y ministerios. La vida no es un absurdo ni una nausea que mejor sería evitar sino una realidad gustosa de ser vivida y comprendida. La comprensión del hombre exige no desentenderse de la existencia en ningún caso ni bajo ningún pretexto, pues hoy el sufrimiento y la enfermedad son motivos de renuncia. Para ello es fundamental no negarse en buscar las respuestas a las preguntas más radicales sobre la existencia y, inevitablemente, no renunciar a conocer a Dios. El hombre no debe renunciar a nada, sino a ejercer toda la capacidad de su razón para comprender la propia naturaleza humana. Sólo cuando el hombre descubre qué es el hombre se encuentra en disposición de alcanzar una plena comprensión de Jesucristo y de su mensaje salvífico. Y esta es una exigencia del ser humano, porque en su naturaleza misma está el anhelo de infinito: El hombre no ha nacido para el aburrimiento existencial ni para ser un conjunto de intrahistorias inconexas que zozobran en el océano de la nada. El estatismo nihilista y escéptico no es una compresión lúcida de la realidad, más bien es la destrucción de la propia naturaleza del hombre. El ser humano ha nacido para conocer la verdad, para encontrar en ella la libertad y el cumplimiento de sus más trascendentes aspiraciones. Ser humano, como bien dice Dostoievski, es responder a las exigencias de su naturaleza, a esas cuestiones que revolotean en el ser, ese ser que necesita completarse para ser feliz según su propia ontología.  Por esos es que se ha creado estos grupos para satisfacer todas estas necesidades.

El objetivo: (Visión) es brindarles una familia de la fe donde puedan compartir, ayudarse y crecer mutuamente en la palabra y que la iglesia a través del ministerio pueda darle el complemento necesario para confiar en un Dios suplidor y amoroso que todo lo da y que desea protegernos siempre. El trabajo básico del grupo celular es procurar que todos sus integrantes lleguen a la estatura de la plenitud de Cristo, a través de las reuniones, y alcanzar la mayor cantidad de almas posibles, para que puedan experimentar la llenura de la gracia de Dios. Debemos establecer seis objetivos claros, y administrar los grupos celulares según estos objetivos: adoración, palabra, oración, sanidad, comunión y evangelización. Es importante establecer el sistema celular y es necesario que los objetivos y las responsabilidades se cumplan. El grupo celular debe ser un centro de atención donde se traten los temas de la vida cotidiana a la luz de la voluntad de Dios revelada en su palabra.

1) Adore en espíritu y en verdad

La adoración implica que el corazón de los cristianos se expresa a través de la alabanza, la acción de gracias y la consagración. La adoración es la confesión de fe más importante de un creyente, y el lugar donde experimenta un encuentro personal con Dios. La adoración es un barómetro para medir la calidad y la profundidad de nuestra fe. Por ende, la profundidad de la adoración es la profundidad de la fe. El hombre ha sido creado para adorar y alabar a Dios. Debemos llenar nuestra vida cotidiana con alabanza y adoración. Uno de los propósitos de las reuniones celulares debe ser la adoración. Un grupo celular sin adoración es como un barco sin timón. La reunión celular debe ser un lugar de adoración en espíritu y en verdad. Es a través de la adoración donde examinamos nuestros corazones, experimentamos el amor de Dios, descubrimos su propósito para con nosotros y entendemos como servir mejor al prójimo. Dios es espíritu, y el que adora en espíritu y en verdad es necesario que lo adore. Se debe de a poco y con mucho tacto enseñar esto a los nuevos asistentes (recordemos que vendrán de diferentes contextos y costumbres).

2) Anuncie la Santa Palabra

El cristiano debe anunciar el mensaje que alimenta su espíritu en cada reunión: la Palabra de Dios. Es decir, cuando dos o tres se encuentran, o cuando se visitan hogares. La Palabra de Dios es viva y eficaz, y a través de ella se manifiesta el poder del Espíritu Santo. Donde hay Palabra, hay transformación de espíritu, alma, cuerpo y circunstancia. Es vital vestirnos de la armadura de la Palabra de Dios, porque si no, podemos caer en la trampa de doctrinas heréticas. En especial, es fundamental enseñar al nuevo sobre el significado de la cruz, la Iglesia y la gracia de la redención. También debemos exhortar a los cristianos que pasan por tiempos de dificultad, enseñarles cómo superar la adversidad y vivir una vida victoriosa para la gloria del Señor. Asimismo, el grupo celular debe ser un lugar de comunión, sanidad y abundancia en la Palabra de Dios. No debemos permitir que alguien se guíe por sueños, visiones y profecías sin tener la Palabra de Dios y sin consultar con el Pastor o sus líderes delegados (otros Pastores que están sujetos a la visión del Pastor principal) Todo don debe estar bajo la autoridad de la Palabra. Tenemos que someternos a la Palabra de Dios y fijar las circunstancias a la luz de la Palabra, y decir SI en caso de que la Palabra lo afirme, o decir NO en caso de que la Palabra lo niegue. La Biblia, la Palabra de Dios, es el criterio y el barómetro para todo. Tampoco debemos permitir opinar a personas que no conocen la visión del Pastor o quieren modificarla porque aprendieron otras cosas en otros lugares o iglesias que concurrían anteriormente. Si tienen buenas ideas deben hacerlas conocer primero al Pastor principal y serán evaluadas por Él y sus colaboradores y si se decide aplicarlas se aplicarán y si no, no.

3) Ore con fervor

La oración es el privilegio básico y el aliento espiritual del creyente. Dios es espíritu, y es a través de un acto espiritual que podemos tener comunión con El, es decir, la oración. Un individuo o una iglesia sin oración no podrán dar fruto. La oración es el canal por donde podemos conocer a Dios y hacerle llegar nuestras peticiones. En las reuniones celulares es fundamental la oración con fervor. Una de las ministraciones del grupo celular, es solucionar los problemas de sus integrantes y experimentar el poder y la gracia de Dios por medio de un tiempo de oración intensa. Jesús prometió que donde dos o tres se reúnan en su Nombre, ahí estaría El en medio de ellos. Esto quiere decir que la oración intensa en una reunión celular es poderosa. El espíritu Santo manifiesta su poder en nuestra oración, y en una reunión celular la oración intensa es como una vitamina espiritual. La oración es el parlante por donde escuchamos la voz de Dios y el canal por donde conocemos el corazón de Dios. Es a través de la oración que podemos tener un encuentro personal con Dios. También debemos tener comunión con nuestro prójimo a través de la intercesión, pues no hay mejor servicio que la oración.

4) Ore por los enfermos para su sanidad

Los discípulos de Jesús siguieron los pasos del Maestro, y siempre que ministraban la Palabra, nunca se olvidaban de orar por los enfermos. El espíritu Santo se manifiesta a través de la sanidad. Hoy es importante ministrar la sanidad en nuestras iglesias y en nuestras reuniones celulares. Toda persona padece de alguna enfermedad, sea grande o pequeña, espiritual o física. Jesús ministró sanidad. Sus doce discípulos y sus setenta discípulos también lo hicieron cuando proclamaban el evangelio. El fundamento del cielo es la sanidad. Por lo tanto, el poder de la sanidad debe manifestarse en nuestros ministerios a través de la oración. Mateo 10:7-8 dice: “Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado. Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia”. Dios no solo le dio al líder la misión de proclamar el evangelio, sino también el don para sanar a los enfermos y le ordenó que lo ejerza. Lucas 10:17-19 dice: “Volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor; aún los demonios se nos sujetan en to nombre. Y les dijo: Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará. Asimismo, Jesús otorgó a los setenta (y a nosotros hoy) la potestad de hollar serpientes y escorpiones (demonios) cuando les encomendó la obra. Lucas 10:8-9 dice: En cualquier ciudad donde entréis, y os reciban, comed lo que os pongan delante; y sanad a los enfermos que en ella hay, y decidles: Se ha acercado a vosotros el reino de Dios”. Aquí también notamos que la sanidad está ligada al evangelismo. Y la sanidad no es descripta como algo optativo, sino como una orden. En Romanos 15:17-19, vemos como Pablo predicó la palabra en las naciones con potencia de señales y prodigios en el poder del Espíritu de Dios. Los cristianos nunca deben olvidar de orar por los enfermos. Por supuesto, cabe recordar que no todos los enfermos serán sanados, pues en esto se muestra la soberanía de Dios. De todos modos, debemos afirmarnos en la Palabra y orar por fe para que los enfermos sean sanados de acuerdo al atributo del Reino de los cielos. La reunión celular debe ser un centro de sanidad. En Mateo 8:17-18 dice: “para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevo nuestras dolencias. Marcos 16:17 dice: “Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablaran nuevas lenguas; tomaran en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán“. En conclusión, la sanidad es el propósito y la orden de Dios. También debemos echar fuera a los demonios de las personas que lo necesiten. Ellos están sujetos a nuestra autoridad delegada por Jesús. Es recomendable estudiar de memoria estos versículos y confesarlos en oración para que el poder sanador de Dios se manifieste. También es necesario enseñar estas palabras al enfermo, para que ore por su sanidad y se afirme en la roca de la palabra. Recuerde: “La fe viene por el oír, y el oír la Palabra de Dios”.

5) Brinde una comunión de amor

Comunión implica dar palabras de fe. Debe apartar un tiempo para tener comunión con los nuevos integrantes, y contarles testimonios. Fíjese en la cruz. La cruz tiene la forma de suma (+) de la aritmética. Asimismo, la filosofía de la cruz es sumar y unir, es decir, el palo vertical implica la comunión con Dios, y el palo horizontal la comunión con los santos. La reunión celular es el lugar donde deben brindarse el pan y el amor. Es sumamente importante formar una atmósfera espiritual. Nunca deben hablarse palabras inmorales y ociosas, o palabras que dañen a los pastores, líderes y otros miembros. No debemos permitir conversaciones descuidadas o malas dentro del grupo celular (y en la vida diaria de los integrantes) sino palabras santas que glorifiquen a Dios. Tampoco debemos permitir que se realicen compras y ventas de mercancías, préstamos de dinero con intereses y firmas en contratos de garantías. Solo debemos permitir actos de santidad, de amor y de servicio. La reunión celular no es una reunión de interés propio, sino una reunión que glorifica la persona de Dios. Aun así, hay ocasiones en que se infiltran cosas que producen caos dentro del grupo celular. De ningún modo debemos permitirlo. La reunión celular debe ser una reunión digna que sirva solo a Dios y que trate de Él y su obra.

 

6) Evangelice con vitalidad

El grupo celular es el frente de avance. La evangelización es nuestra gran comisión y el mejor método para multiplicarse. Debemos procurar que siempre haya alguna persona nueva dentro del grupo celular. Generalmente los nuevos sienten mayor atracción en cuanto a la iglesia, cuando reciben el pan y el amor de Dios en forma de grupos pequeños (tal vez en reuniones fuera del templo principal. Esto se debe a las condiciones geográficas, y el no creyente generalmente se siente cómodo entre sus vecinos. Tenemos que asegurarnos de traer la mayor cantidad de gente nueva, no creyentes o cristianos solo de nombre a nuestros grupos celulares, y tener con ellos una comunión total, así como también salir a evangelizar e invitar con tarjetas o tratados que tengan la fecha el horario la dirección y un número de teléfono para información. Otra de las tareas de los grupos celulares es visitar a los enfermos, a los pobres y a los necesitados, e invitarlos a las reuniones celulares y guiarlos a los pies del Señor. La evangelización no debe terminar en una simple comunicación vocal, sino debe transmitir la vida de Cristo Jesús a través del Espíritu Santo. La evangelización de poder extiende el Reino de los cielos por medio de la multiplicación.

Estrategias:(misión) a través de reuniones semanales, tener la oportunidad de compartir y alcanzar a la comunidad por medio de invitaciones, comerciales o cualquier recurso que se necesite para que puedan llegar y recibir todo lo que Dios tiene para cada persona, empezando por la salvación, es un medio de alcance, de adoración, de intercesión entre los hermanos.
Como funcionamos: existe una estructura de liderazgo que consiste en un líder principal que es responsable que la visión se lleve a cabo, luego están los supervisores que a su vez se encargan de ayudar a los mentores a desarrollar la visión, están los mentores, que son los responsables directos de cada grupo en la enseñanza y crecimiento del mismo, y los anfitriones, que son personas que ofrecen sus casas para las reuniones que se desarrollan.

Las metas: alcanzar la mayor cantidad de almas para Cristo y consolidarlas a través del discipulado cercano e inmediato. Creemos que si una persona conoce a Cristo hoy, sus primeros seis meses son cruciales para que se conecte a la fuente que es Nuestro Señor Jesucristo, si así no fuese; lastimosamente los siguientes seis meses se apartara y se perderá. La meta general del trabajo en grupos cristianos puede resumirse en las palabras de Efesios 5:12: “Perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo”. Esta meta puede dividirse en tres etapas: evangelizar, discipular, y entrenar.

Evangelizar

La primera etapa es alcanzar a las personas para Cristo. Hay grupos cuya razón principal de ser es el evangelismo. Si es así, entonces todo el plan de trabajo del grupo va a considerar las necesidades de los no creyentes que asisten, y cómo presentarles mejor el evangelio.

Discipular

Sabemos por la parábola del sembrador que no es suficiente que una persona haga un compromiso con el Señor y se quede allí. Es una plantita nueva que necesita mucho cuidado si va a tomar fuerza y crecer para dar fruto en su tiempo. El grupo pequeño es un buen lugar para el trabajo de discipulado básico. Allí el nuevo creyente puede echar raíces tanto en la Palabra de Dios como entre su pueblo. Puede aprender a orar en un ambiente no amenazante, y puede empezar a traer a sus propios amigos no creyentes para presentarle a su nuevo Señor. A veces se crea un grupo explícitamente para discipular a nuevos creyentes. Si es así, el trabajo del grupo tiene que tener en cuenta el cuidado intenso que requiere un recién nacido. Los estudios no van a presumir ningún conocimiento anterior, y todo trabajo grupal estará acompañado por un trabajo personal paralelo. De acuerdo con la meta, los líderes o discipulado res van a esforzarse tanto en enseñar las bases de la fe como en desarrollar una relación estrecha con la persona para conocer sus necesidades particulares y poder guiarla como requieren sus circunstancias. Sin embargo, en la mayoría de los grupos caseros va a existir una mezcla de personas, desde los recién convertidos hasta los «ancianos» en la fe. Esto crea una situación desafiante para los líderes que requiere una meta personal para cada integrante del grupo. Lo que un grupo «mixto» puede proveer es un lindo ambiente de familia, en el que los mayores acompañan y apoyan a los nuevos y todos se animan mutuamente al compartir y orar unos por otros.

Entrenar

La tercera etapa en la meta de preparar a los santos para el ministerio es el entrenamiento. En un sentido, cada estudio que hace el creyente es una preparación para ser un comunicador de lo que ha recibido. Pero el llegar a ser personas «fieles que sean idóneas para enseñar también a otros» (2 Ti. 2:2) requiere más que pasar mucho tiempo en la iglesia. Como en los otros casos, un grupo puede tener como meta central el entrenamiento en el liderazgo en general o en alguna capacidad particular (por ejemplo, un taller de dinámica de grupos pequeños, de método inductivo de estudio bíblico, o de evangelización personal). En estos casos, las expectativas y el contenido de las reuniones van a estar basados en la meta: preparar líderes. Van a esperar un nivel de compromiso y madurez mayor que otros grupos más generales, y quizás tengan un enfoque más intensivo en teoría y técnicas. Sin embargo, en los grupos caseros mixtos es posible encontrar miembros que muestren condiciones de liderazgo. Es importante que los líderes del grupo tengan metas claras de entrenamiento para esas personas, y que provean espacios para que ellos puedan ir desarrollando sus capacidades. No basta con designarlos para que tengan a su cargo el estudio la semana siguiente. Así como el nuevo creyente, esta persona necesita todo un trabajo personal paralelo, a fin de que adquiera técnicas, doctrina y, sobre todo, para que aprenda a ser siervo de los demás, porque así son los grandes en el Reino de Dios.  En resumen, cada grupo debe tener metas generales. Estas metas deben ser explícitas, es decir, conocidas y acordadas por cada miembro cuando se inicia el grupo. Pero también es bueno que cada miembro tenga metas personales. Conviene animar a cada uno a establecer metas desde el principio. Es posible que los líderes tengan que ayudar a algunos miembros en esto, porque pueden saber mejor cuál es el próximo paso en la fe para uno más nuevo. También es importante que las metas propuestas no sean demasiado generales o a muy largo plazo. Dado que se llega a la perfección un paso por vez, entonces es conveniente que cada uno tenga como meta el próximo paso adelante. Estas metas necesitan ser revisadas constantemente para poder hacer los reajustes necesarios. Cuando una es alcanzada, hay que remplazarla inmediatamente por otra. El asunto es tener un punto hacia donde enfocar el esfuerzo y la mirada. Si no tenemos el deseo de llegar a cierto lugar, no vamos a tener el motivo para esforzarnos en el camino. Debemos fijarnos como meta también que cada miembro del grupo conozca.

  1. El Plan de Dios global y para su propia vida para ir avanzando en ese plan en unidad y armonía con todo el cuerpo de Cristo.
  2. La Visión del Espíritu Santo. EJ: Pablo vagaba sin rumbo en Asia y el Espíritu Santo (no el diablo) no le dejaba predicar allí. Oró y le fue dado a Pablo (no a un ayudante de él) la visión del Joven Macedonio para que vaya allí.
  3. Cual es su lugar en el cuerpo de Cristo, sus dones y su área de trabajo.
    2 Corintios 10:13-16.
  4. Trabaje en sujeción a sus autoridades espirituales, a su plan de trabajo y a la visión de la iglesia.
  5. Prioridad: Salvar las almas, prepararlos como Obreros. 2Timoteo 2:2, enseñarles y enviarlos primero a su entorno.
  6. Dar “lo mejor”, conciso, compacto y directo en reuniones de una hora.
  7. Prioridades: Evangelizar, hacer buenas obras y la ayuda mutua.
  8. Formar y dar una mentalidad de pertenencia a un ejército activo que viene para conquistar en el nombre de Jesús, trasladando del reino de las tinieblas al Reino de la luz (de Dios) a millones. Hechos 26:18; Colosenses 1:13.
  9. Buscar la santidad en todas las áreas y aspectos de nuestra vida porque un sermón nuestro predica una hora, pero nuestra vida predica todo el tiempo.
  10. Por sobre todo amar a Dios y amar a las personas. Mateo 22:37-40.

Evaluación: Es necesario hacer una evaluación periódica del trabajo(cada tres meses)y una anual , de las enseñanzas y de analizar las necesidades reales de la comunidad, igualmente los resultados obtenidos, ya que por ser un ministerio tan diverso, los resultados generalmente no son iguales en cada grupo. Nos proponemos superar los errores y afirmar nuestras fortalezas e impulsar la reproducción y alcance de los grupos entendiendo que estamos viviendo un tiempo de gran relevancia debido a la inminente venida de nuestro Señor Jesucristo.

Conclusión: Para este trabajo entreviste los pastores de los grupos pequeños Gustavo y Alexandra Osarios de la Iglesia Jesús workship center doral, que hacen tremendo trabajo con los grupos pequeños de oración.

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