Libro: LA FE CRISTIANA FRENTE A LOS DESAFÍOS CONTEMPORÁNEOS, JOHN R. W. STOTT
Es inconcebible que los seguidores de Jesucristo alguna vez se hayan tenido que preguntar si a ellos les concernía o no el compromiso social, y que haya surgido una controversia sobre la relación entre evangelización y responsabilidad social. Pues es evidente que en su ministerio público Jesús recorría los lugares «enseñando … y predicando» (Mt. 4.23; 9.35) y que «anduvo haciendo bienes y sanando» (Hch. 10.38). Por lo tanto, «la evangelización y la responsabilidad social han estado íntimamente relacionadas a lo largo de la historia de la Iglesia … A menudo los cristianos han participado en ambas actividades con naturalidad, sin sentir la necesidad de definir lo que hacían ni por qué lo hacían».
El legado evangélico del compromiso social
En los Estados Unidos y la Europa del siglo XVIII se encuentran ejemplos notables. El avivamiento evangélico que sacudió los dos continentes no debe considerarse sólo en términos de la predicación del evangelio y la conversión de pecadores a Cristo; llevó además a una amplia práctica de la filantropía y afectó profundamente las sociedades de uno y otro lado del Atlántico. John Wesley sigue siendo el ejemplo más sobresaliente. Generalmente se lo recuerda como el predicador y evangelista itinerante. Y ciertamente lo era. Pero el evangelio que predicaba inspiraba a las personas a abrazar la causa social en el nombre de Cristo. Algunos historiadores han tenido la influencia de Wesley por factor determinante del hecho de que Gran Bretaña se haya visto libre de los horrores de una revolución sangrienta como la de Francia.
Luego la situación fue cambiando. En el siglo XIX se abolieron la esclavitud y el tráfico de esclavos, se humanizó el sistema carcelario, se mejoraron las condiciones de trabajo en las fábricas y minas, la educación llegó a estar al alcance de los pobres, comenzaron a organizarse los sindicatos de obreros,
etc.
El siglo XIX se conoce además por la enorme expansión de misiones cristianas de la que fue testigo. Pero no debe pensarse que los misioneros se concentraron exclusivamente en la predicación, ni que en su compromiso social se hayan limitado a la ayuda y asistencia descuidando el desarrollo y la actividad sociopolítica. Es poco probable que en la práctica alguna vez se hayan delimitado estrictamente ambas esferas.
Causas del abandono de la conciencia social
Al parecer, es un hecho confirmado que al menos durante el siglo pasado, no sólo en Gran Bretaña y en los Estados Unidos sino también en Asia y Africa por la acción de los misioneros, el evangelio de Jesucristo dio el buen fruto de la reforma social. Pero algo sucedió luego, especialmente entre los cristianos evangélicos. En algún momento durante los primeros treinta años de este siglo y en especial durante la década que siguió a la Segunda Guerra Mundial, se produjo un cambio de rumbo radical que el historiador norteamericano Timothy L. Smith denomina «El abandono de la conciencia social» y que David O. Moberg analiza en la obra que lleva ese título (The Great Reversal). Si bien el doctor Moberg no pretende hacer un análisis exhaustivo de las causas del abandono de la responsabilidad social por parte de los evangélicos, ellas incluirían las siguientes:
En primer lugar, fue una reacción al liberalismo teológico, que a fines del siglo pasado estaba penetrando en las iglesias de Europa y Estados Unidos. Los evangélicos temían estar corriendo graves riesgos. Es comprensible que se hayan dedicado a defender y proclamar el evangelio, pues al parecer nadie más abogaba por el cristianismo bíblico histórico.
En segundo lugar, los evangélicos reaccionaron al llamado «evangelio social» que en ese tiempo estaban comenzando a elaborar los teólogos liberales. Su vocero más conocido fue Walter Rauschenbusch, quien fue profesor de Historia de la Iglesia en el Seminario Rochester en Nueva York de 1897 a 1917. Se había encontrado cara a cara con la opresión de la pobreza durante los doce años de su pastorado en una iglesia bautista en Nueva York (1886-97), y aquella experiencia moldeó su mensaje.
El tercer motivo del abandono de la responsabilidad social por parte de los evangélicos fue la desesperanza y el pesimismo que siguieron a la Primera Guerra Mundial, por la manera en que había salido a la luz la maldad humana. Los programas sociales anteriores habían fracasado. El hombre y la sociedad parecían irreformables. Todo intento de reforma parecía inútil. Ciertamente, con el conocimento de las doctrinas bíblicas del pecado original y de la depravación humana, los evangélicos no se deberían haber extrañado. El cristianismo reformado histórico estaba en decadencia.
En cuarto lugar, estaba en plena difusión la teoría premilenialista. Esta teoría ofrece la visión del presente mundo malo, completamente inmejorable e irredimible, y predice que el proceso de deterioro sostenido seguirá avanzando hasta el regreso de Jesús, quien entonces establecerá su reino milenial sobre la tierra.
La quinta razón de la falta de compromiso social de los evangélicos probablemente haya sido que el cristianismo se extendió entre personas de clase media, quienes lo diluyeron en un intento de asimilarlo a su propia cultura.
Esta pérdida de la conciencia social tiene su explicación en estas cinco razones. No condenamos a nuestros antepasados evangélicos; es probable que en su lugar nosotros habríamos reaccionado de la misma forma a las presiones contemporáneas.
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