El Aborto en el Antiguo y Nuevo Testamento

El Aborto en el Antiguo y Nuevo Testamento

Antiguo Testamento

No existe ningún versículo que de manera evidente y clara prohíba la práctica del aborto. La mayor parte de los comentaristas del Antiguo Testamento coinciden en que el asunto del aborto no entra dentro de las previsiones del espíritu del clásico precepto divino: No matarás (Éxodo 20:13). (3)

Es en los textos legales donde se encuentra una explícita alusión al aborto: “Si al reñir unos hombres golpean a una mujer encinta haciéndola abortar, pero sin causarle ningún otro daño [si el feto no está formado], el culpable será multado con la cantidad que el marido de la mujer pida y decidan los jueces. Pero si se siguen otros daños [si el feto está formado], entonces se pagará vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, herida por herida, golpe por golpe” (Éxodo 21:22). 

Entonces, el sentido del texto original (sin los corchetes) vendría a ser el siguiente: si la mujer muere el culpable pagará con su vida de acuerdo con la ley del talión; si ella no muere, se castigará al culpable con una multa (5). Lo que se prohíbe explícitamente es el homicidio (entendido en la forma habitual). La ley no establece una precisión sobre la voluntariedad o involuntariedad del efecto abortivo, solamente se trata de establecer normas legales sobre los daños y el castigo correspondiente. La traducción griega del Antiguo Testamento, la Septuaginta, introdujo en este texto una explicitación referente al feto formado (lo que está entre corchetes). Se da a entender que en el primer caso el delito es

mayor que en el segundo. Pero esta terminología (formado, no formado) pertenece a los esquemas griegos de pensamiento, que consideran al ser (incluido al humano) desde la dialéctica de la materia y la forma (5). Este esquema de pensamiento es totalmente extraño a la mentalidad hebrea original (menos metafísica y más globalizante), que consideraba a la persona como una unidad. Es evidente que la muerte del feto no era considerada como un homicidio, esta pérdida no era tan grave como la de la mujer gestante. Solo cuando la madre moría había que aplicar la ley del talión.

Por estas razones, el querer encontrar algún indicio de que el Antiguo Testamento hable en forma clara con respecto al aborto sería forzar equivocadamente el texto. Por otro lado, vendría a convertirse en un gran error concluir de este pasaje que el Antiguo Testamento aprueba o legitima la interrupción provocada del embarazo. Lo que sí es evidente es que a lo largo de los pasajes veterotestamentarios la vida se considera siempre como el bien supremo, mientras que la muerte es el peor de los males. Los niños se contemplan como una bendición y no como un inconveniente, se conciben como un don del cielo y jamás como una maldición. Se presenta a Dios como un Padre eterno que puede entablar una relación con los hombres incluso antes de que

comience a existir en el vientre materno (Job 31:15; Salmos 127:2-3; 128:1-3; 139:13; Isaías 44:2,24; 46:3; 49:1,5; 66:9; Jeremías 1:5). (3)

Nuevo Testamento

En general, la rica enseñanza neotestamentaria sobre el mandamiento del amor y la actitud de Cristo hacia los más pobres e indefensos constituyen un marco de referencia global, no carente de significado ante una vida tan débil y amenazada como la del embrión y del feto. Se vuelve a prohibir taxativamente la acción de matar (Mateo 15:19; 19:18-19). Se hace referencia al horrible infanticidio cometido por Herodes y lo plantea como un ejemplo negativo (Mateo 2:18). Ante un mundo pagano que aceptaba y practicaba la interrupción del embarazo y el infanticidio, los primeros cristianos se declaran abiertamente partidarios de la vida y asumen una actitud de respeto hacia los seres no nacido y los bebés.

Jesús insistirá en que el reino de Dios pertenece a los niños, que para entrar en él hay que hacerse como uno de ellos. Inclusive Juan El Bautista saltó en el vientre de su madre mientras ésta estaba llena del Espíritu Santo (Lucas 1:41). Interesante es leer: “que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis” (Mateo 25:40); inclusive, hasta los pajarillos y los cabellos están contados por el Padre celestial (Mateo 10:30) (3).

De todo lo anterior podemos ver una meticulosidad vehemente con respecto a la sacralidad de la vida en todas sus formas, por lo tanto, ¿cómo el Dios que alaban los cristianos no le daría mayor importancia al embrión humano? Y ¿acaso sería posible que el aborto no constituyera una clara afrenta contra el Dios bíblico? 

Podemos concluir que la concepción acerca del aborto entre los escritores del Nuevo Testamento y entre los primeros discípulos de Jesús era del todo negativa.” (Collado, septiembre y diciembre de 2009, pp. 197-198)

 

Referencias Bibliográficas

  1. Collado, R. (Sept.-dic. 2009). Aborto por Razones no Médicas: Una Perspectiva Cristiano-Protestante.Ensayo de Crítica.Revista Medicina y Humanidades. Vol.1. pp.197-198
  2. Curso MOODLE -THE361 Cómo Tomar Decisiones Bíblicas- Universidad Cristiana Logos -UCL-
  3. Apuntes del Profesor José Juan Sosa Morales
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